domingo, 7 de noviembre de 2021

TRASIEGO Y PAPEL MANILA

 


Tengo que enviar unos cuantos libros a mi hermana pequeña. Vive fuera. En su pueblo, diminuto, apenas hay un supermercado, una farmacia y una papelería; poca cosa más. Hacerse con un ejemplar en español no solo es complicado, sino que es imposible. Los podría comprar por Amazon o bajárselos en un libro electrónico, pero nuestro sistema nos gusta mucho más. En realidad, ella juega con ventaja en lo monetario, los libros los compro yo, pero los disfrutamos las dos. Empezamos hace ya algunos años cuando después de unas navidades en casa volvió a la suya con el maletero lleno de paquetes de pañales, un jamón, antibióticos y un buen montón de libros. Se llevó también un segundo hijo engendrado, pero esa ya es otra historia. Cargó con todos los que pudo. Los que compró y los que fue repescando por ahí.  Las siguientes Navidades, acarreando dos bebes, los trajo todos de vuelta. El sistema lo hemos mantenido a lo largo de estos años, aunque lo hemos perfeccionado incluyendo las entregas a través de cualquiera que conozca a una u otra que vaya de visita por ahí y que no le importe llevarse un paquetito de 3 o 4 libros, si pasa por aquí. Estamos en deuda con sus amigos, con los míos, pero así es la vida.  Durante el confinamiento paramos como paró todo y porque además yo no leía, no podía, y ella, embutida entre bolsas de plástico, intentaba sujetar la vida de otros a base de ciencia, humanidad y dedicación. Este septiembre, después de más 22 meses de nuestro último encuentro en persona, volvimos a la carga. La gracia del intercambio de libros no está tanto en su aprovechamiento, sino en las notas que circulan arriba y abajo y en el papel manila en que los envuelven.  Queda poco para Navidad y dicen que los suministros van a fallar. Hay gente haciendo aprovisionamiento de ginebra y de infiernillos de camping gas. En casa lo hacemos de papel manila y bolis Bic Cristal, aunque de alguna botellita también. Y, mientras lo hacemos, miramos al cielo para que no nos mande otra pandemia, o cualquier otra boñiga, que nos fastidie la cosa.



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