Una tarde que se prolonga más allá de las horas que marca el
reloj. Un domingo que despista y encierra en el imaginario el olor de las chimeneas
que alguien encendió en algún lugar lejano. El silencio roto por el murmullo
que llega desde el otro lado de la ventana. Tu voz de manera inesperada. Una nota perdida entre la aburrida domesticidad. Un vaso olvidado en el alfeizar de la ventana. Un cabello en la almohada. La efímera felicidad
Eso es lo que en teología suelen describir como un estado del alma. Y lo que en en la antigua psicología sería la situación anímica. A veces uno siente esas cosas. A veces son estados de poco tiempo. Lo bueno es que a ti te ha dado por describirlo muy bien.
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