La vida se complica sola, requiere
de flexibilidad y de un buen cabello. Pegar un brinco para saltar
por encima de todo, dar una vuelta de tirabuzón y flotar en el vacío mientras los
dedos se mantienen cruzados para caer de pie. La vida complicada alborota el pelo.
Las mujeres despeinadas aceptan que los equilibrios y las acrobacias casan mal
con la melena ordenada. La mujeres despeinadas se revuelven para transformarse en
mujeres de mil tentáculos, de mil ojos que observan, en mujeres que piensan, que buscan y encuentran. Las mujeres despeinadas tienen todos los ojalá en lista para ir tachando cada vez que les da la gana y la gana se deja. Las mujeres despeinadas sienten la humedad
relativa y siempre se fijan un poco más allá con independencia de la presbicia. Las mujeres despeinadas buscan, entre la complicación, el soplo de la primavera, tiempo para desenredarse el pelo y seguir.
Seguimos.
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