miércoles, 31 de julio de 2024

ENREDAR Y NO ACABAR

 

 

Han transcurrido casi 46 años desde que se promulgó la Constitución española, que reconocía como derechos fundamentales de todos los ciudadanos la igualdad, la seguridad jurídica, la tutela judicial efectiva y unos cuantos más. Según los datos publicados por el INE y relativos al año 2022, la población alcanzó los 41.932.488 ciudadanos, de aquella cifra, 32.868.995 no había nacido o eran menores de 18 años. El resto de los 7.4801.115 españoles ya habían alcanzado la mayoría. Estos números nos indican que la mayoría de la población española ha nacido o pasado su primera infancia en democracia. ¿Qué podemos extraer de este dato? Pues que pese a que muchos se les llena la boca hablando de franquismo y las falta de derechos que existió entonces, la realidad es la población que vivió durante aquel periodo y lo sufrió, en su mayoría, ya ha fallecido. En consecuencia, la continua alusión instituciones franquistas no es más que un discurso casposo que pretende golpear en el vientre de los ciudadanos y alejarles de la razón. No vivimos en un país privado de derechos, sino todo lo contrario. Sin embargo, ciertos discursos tendenciosos que barajan la desinformación y que pretenden confundir al ciudadano, transmitirle un mensaje tan falso como abrupto de oscurantismo en el ejercicio de derechos fundamentales, que ha cuajado en parte de la ciudadanía que ha decidido creer a pies juntillas en ese discurso que pretendiendo ser progresista es de lo más reaccionario.

En este país, mal que les pese a unos cuantos, todo ciudadano, con independencia de su orientación política, sabe que goza de una serie de derechos que son fundamentales e inalienables. Pero en estos tiempos de confrontación en los que lo ideológico prima sobre lo fundamental, y se pierde de vista que quebrantar los principios sobre los que se asienta un estado democrático, como son la separación de poderes y la igualdad ante la ley, es tomar una deriva tan retrógrada como peligrosa. Hemos caído en primar el “quién” frente al “qué”, lo que en la práctica supone privilegiar a unos frente a otros en función, en este caso, de su condición política. 
Pero por suerte, al menos por ahora, del primero al último ciudadano de este país, todos estamos sometidos a la norma, tanto en lo que a derechos se refiere, como a deberes y obligaciones. Puede que el sistema no sea perfecto, pero es el mejor que hay frente a otros modos de organización social y política.

El principio de la igualdad ante la ley es un pilar fundamental de nuestro sistema en el que no tiene cabida el “No sabe usted con quién está hablando”, al que tanto recurren algunos. Por eso, no debería extrañar que en una investigación judicial puede pedirse la declaración, incluso, de la persona que ocupa la presidencia del Gobierno, si es necesario, por muy excepcional que nos pueda parecer por el cargo que ocupa. El imperio de la ley y la separación de poderes debe alcanzarnos a todos sin excepción. Es nuestra garantía, la de todos. No seré yo quien se manifieste sobre una investigación judicial de la que desconozco todo y más. Pero hay algo clamoroso. Pedro Sánchez, hasta el momento, ha sido citado en calidad de testigo, en su condición de esposo, en el proceso de su esposa investigada por, al menos, un presunto delito de tráfico de influencias. No ha sido citado en condición de presidente del Gobierno de España, ni se le está imputando ninguna actuación que deba ser investigada, al menos en este momento. La relación de parentesco le permite acogerse a la dispensa para no declarar, que le reconoce la Ley de Enjuiciamiento Criminal (art. 416.1 LECrim.), si cree que con ello puede perjudicar a su esposa.

La decisión sobre declarar o no, solo a él le corresponde. Y si bien es cierto que su declaración se recaba en el ámbito privado de su relación matrimonial, lo que el Sr. Sánchez no puede olvidar es que él no es un ciudadano cualquiera. Que su citación, como la de cualquier testigo, se circunscribe a declarar sobre hechos o circunstancias que conozca en relación con los hechos investigados y que, por mor de la transparencia y lealtad a las instituciones del Estado, su declaración no debería constituir un inconveniente si, como se reitera desde los círculos y defensa de la Sra. Gómez, su esposa no utilizó en beneficio propio, el hecho de la posición de privilegio y poder que tiene su esposo.

Desconozco el entramado de caso en concreto y no tengo ningún interés en emponzoñarme con el mismo. Las fases de instrucción de los procesos penales sirven para investigar hechos que tiene apariencia delictiva. No se enjuicia nada, solo se investiga. Y, únicamente, en el caso de que existan indicios suficientes sobre la presunta comisión del delito, es cuando se llevará a los autores de los mismos ante los Tribunales para su enjuiciamiento. Nada más. 

Querellarse porque a uno le citan como testigo es como poco bastante extraño. Pero a mi entender, el tema va mucho más allá de la argucia procesal del señor Sánchez. Esta actuación, tan poco espontánea como efectista, parece enmarcada en el profundo ataque que desde el poder ejecutivo sufren las instituciones que pretenden controlarlo.  
Los rigores del calor hacen florecer animadversiones curiosas. Pero este julio, que arde como pocos, nos permite confiar en los derechos que la Constitución nos otorgó, pese a lo poco que algunos los valoran y que la cosa no va de franquismo, ni de derechas, ni de izquierdas, ni de nada. Solo va de ser iguales ante la ley, para lo bueno y para lo malo.


 

martes, 23 de julio de 2024

SOME LIKE IT HOT

 


Si tuviera que escoger en que lugar querría estar en este momento, si pudiera teletransportarme, escogería mi casa. La de ahora, la que deshabito más que habito. Es un pensamiento un poco loco que se va expandiendo mientras intento concentrarme y me pierdo pensando en cuál es el motivo por el que la media de las horas que paso sentada en esta silla supera con creces las que propone la ministra de trabajo. Y me sigo perdiendo, vagando por ahí, pensando en cosas que se me entrecruzan porque estoy quemada y necesito parar. Leo tres tweets y le murmullo a la pantalla que opinar está bien, pero que informarse un poco antes de hacerlo, tampoco está tan mal. Ser atrevido y osado es una corriente social que corre pareja a la desinformación, que es lo que se lleva ahora. Quizá también por eso, pienso que querría estar en casa, mi casa, la casa que deshabito, porque allí no hay soplapolleces que esquivar, y porque esta noche he dormido mal pensando que el día empuja la mugre y que mañana, por hoy, aún queda un buen lote por aventar. Con la mitad del día consumido y la confirmación fáctica de que hoy tampoco haremos limpio, solo me apetece sentarme en el patio a la sombra del limero, a esperar a que oscurezca y olvidarme de que mañana, aun sin ganas, hay que seguir remando.



lunes, 15 de julio de 2024

VIVIR MONTADO EN UN COLAJET



 

Mientras nos tomamos el primer café de la mañana, me explica que el fin de semana estuvo en una gran superficie y que la mayor parte del presupuesto se lo llevó la compra de granizados, helados y latas de cerveza al 0%. Cosa del calor, la desgana y de andar de Rodríguez desde la verbena de San Juan. Sus niños, que ya no son lo son tanto, han desaparecido del hogar y andan haciendo el penco por ahí, que es lo que toca hasta que un día, sin saber muy bien cómo, las obligaciones llaman a la puerta y el pago del impuesto sobre la renta, en pleno veranito, te recuerda que eres un mortal adulto de mediopelo. Pero ahora toca lo que toca y olvidarse de tener que llenar la nevera para centrarse solo en el congelador, es una opción nada desdeñable. Le entiendo. El verano se creó para dar vidilla y resucitar a los helados, a las jarras de cerveza congeladas, y a los cubitos de hielo enormes como el peñón de Gibraltar. El edén veraniego es eso y poco más.

Un verano de esperanza y satisfacción es un congelador libre de carne y pescado. Casi he tenido envidia, pero no. El calor insano y matador de la humedad asfixiante de esta ciudad y el ahorro energético al que nos tienen sometidos sin el aire acondicionado, me llevo a pensar que el paraíso no es vivir lamiendo cornetes y chupeteando helados, aunque sean de vainilla, ni siquiera bebiendo cerveza en jarras bien frías. No. El paraíso es una sillita de playa apostada en el pasillo de los congelados de una gran superficie al socaire del aire fresco que fluye entre la nevera de la verdura congelada y tu cuerpo serrano, al que abrigas con una rebequita de punto, no vaya a ser que te constipes.



 


domingo, 7 de julio de 2024

CUESTA ARRIBA


 

El espacio entre los dos lo ocupa un silencio excesivo. Concluyó que algo le preocupa más de la cuenta. Y aunque puede contarlo, lo evita. Trampeo como puedo y sorteo sus caballones marcándome un farol tras otro para poder seguir.
Acumulamos unos cuantos desastres. Un fajo de ilusiones que, por obsoletas, se convirtieron en una sarta de ambiciones aparcadas con los que nos adornamos la vida durante tanto tiempo que ahora parece imposible medirlo de una manera racional. Quiero marcharme de esa ofuscación, tanto como quedarme. La diferencia entre lo uno y lo otro, no depende de nada, ni siquiera de nadie. Dispara y la bala se extravía entre su mugre y la mía. Pero la culpa no es suya, tampoco mía. Es solo la vida que acostumbra a ponerse cuesta arriba y al final, cuando crees tener una respuesta, todo se esfuma y vuelta a empezar.




miércoles, 3 de julio de 2024

PATADAS



Todos somos el ombligo de nuestro propio mundo. Pensamos las cosas desde nuestro punto de vista y las interpretamos desde ahí, sin tener en cuenta que no existe una única versión de nada y que la nuestra la vamos moldeando desde nuestra realidad, nuestros sesgos e incluso desde nuestro estado de ánimo. Salirse de ahí, reconocer que lo que “vemos” puede que no tenga nada que ver con lo que otro “ve”, no siempre es sencillo. Hay un vídeo del profesor Fernández Bravo que lo explica de una manera muy sencilla y entretenida.  Clicando sobre el nombre, se puede disfrutar del mismo. Una maravilla.

Muchos de los conflictos y de los malos entendidos provienen de no tener en cuenta que hay tantas versiones, opiniones y formas de hacer, como personas que las emiten. Ser consciente de la mirada de otro puede ayudar a entenderle y a buscar soluciones donde antes éramos incapaces de ir a encontrarlas. Hacer el ejercicio de intentar comprender por qué alguien actúa de un modo u otro, no es fácil y nos coloca muchas veces frente a un espejo del que rehuimos con frecuencia. Lo sencillo es dejar que la cosa fluya. Pero como todo lo fácil, es pan para hoy y hambre para mañana. El universo es global y avanza desde la discrepancia. Y es desde ahí, desde lo diferente, incluso lo opuesto, desde donde hay que buscar, incluso inventar, soluciones y medidas creativas que permitan la convivencia. Discrepar no puede significar eliminar o ningunear al otro. Los límites se encuentran en el respeto a lo fundamental: la vida, la libertad y la seguridad. Fuera de ahí, no hay nada.
Acoger la diferencia, aun desde el polo opuesto, acostumbra a ser un elemento enriquecedor. Del inmovilismo nunca nació nada bueno y de las patas en la espinilla cuando son gratuitas, tampoco.