martes, 8 de julio de 2025

SAUDADE

 




Si hubiera que repetir algo, repetiría aquel verano en el que de una manera casual la vida dio un brinco y, en lo que fue una pirueta un tanto absurda, el corazón empezó a bombear con una fuerza extraña que con el tiempo se transformó en una pasmosa calma que sorprendía. Los días amanecían más claros de lo habitual y el bochorno, tan sofocante entonces como ahora, se diluía como un cubito de hielo en un café caliente. Los sofocos eran lo normal, pero no importaba, algo había cambiado y todos lo sabíamos. Un sol cegador y la ceguera de la dopamina. Por un instante todo aquello fue otra vida. Un respiro que el invierno convirtió en hielo y que nos dejó a todos la sensación de que los mundos paralelos existen, aunque temamos admitirlos. No pasa nada, fue lo más repetido durante semanas, aunque sí que pasó. Una esquirla de nostalgia se quedó clavada y desde entonces al sacudir la cabeza un ligero tintineo se escapa por el oído.


Morena, ¿Quieres un Aquarius? La pregunta me la lanza el camarero desde la barra. Confirmo con un gesto de la cabeza y al segundo lo tengo en la mesa. Le pido un par de cubitos y que me guarde un trozo de empanada para la cena. La melancolía también tiene hambre.