Fernando Pessoa
Querido John:
Hoy
me he acorado de ti. Me he sentado frente a la ventana y he pensado en la
indefinición en la que vivimos. Ya no sabemos quienes somos, ni lo que somos,
ni lo que los otros creen ser. Es difícil de entender fuera de estos tiempos
raros en los que nos ha tocado existir y que no son nada interesantes.
Repetimos, a peor, lo que otros vivieron antes. Pero supongo que eso no es nada
nuevo. La historia se retuerce para repetirse una y otra vez y no hay memoria suficiente
para impedir que la estupidez vaya transitando generación tras generación. Solo
puede decirte que, aunque te echo mucho de menos, toda esta locura que te
ahorras.
Busco
la manera de sobrevivir a lo chusco, a lo obsceno del matonismo ideológico, pero
no siempre lo consigo. Me agoto y lo apago todo, desaparezco durante nos días,
aunque al final acabo volviendo, pero cada vez con menos fuerzas, cada vez con
menos ganas.
Hace
unas semanas comenzó la migración de los vencejos. Sortearan tormentas y
llegaran a destino los que consigan sobrevivir mientras nosotros continuamos
intentando encontrar sentido a la vida. En el tejado, oscurecidos por el
invierno, quedan los huecos en los que anidaron la pasada primavera.
Fuera
de aquí hace frío. Demasiado.
Siempre
tuya.
Grace