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domingo, 27 de noviembre de 2022

QUERIDO JOHN (VI)


 


Dicen que finjo o miento
en todo cuanto escribo. No.
Yo simplemente siento
con la imaginación.
No uso el corazón.

Fernando Pessoa

 

 

Querido John:

Hoy me he acorado de ti. Me he sentado frente a la ventana y he pensado en la indefinición en la que vivimos. Ya no sabemos quienes somos, ni lo que somos, ni lo que los otros creen ser. Es difícil de entender fuera de estos tiempos raros en los que nos ha tocado existir y que no son nada interesantes. Repetimos, a peor, lo que otros vivieron antes. Pero supongo que eso no es nada nuevo. La historia se retuerce para repetirse una y otra vez y no hay memoria suficiente para impedir que la estupidez vaya transitando generación tras generación. Solo puede decirte que, aunque te echo mucho de menos, toda esta locura que te ahorras.

Busco la manera de sobrevivir a lo chusco, a lo obsceno del matonismo ideológico, pero no siempre lo consigo. Me agoto y lo apago todo, desaparezco durante nos días, aunque al final acabo volviendo, pero cada vez con menos fuerzas, cada vez con menos ganas.

Hace unas semanas comenzó la migración de los vencejos. Sortearan tormentas y llegaran a destino los que consigan sobrevivir mientras nosotros continuamos intentando encontrar sentido a la vida. En el tejado, oscurecidos por el invierno, quedan los huecos en los que anidaron la pasada primavera.

Fuera de aquí hace frío. Demasiado.

Siempre tuya.

Grace




martes, 14 de abril de 2020

QUERIDO JOHN (V)


Todas las cartas de amor son 
ridículas
No serían cartas de amor si no fueran
ridículas
También yo escribí, a mi tiempo, cartas de amor,
como las otras,
ridículas.
Las cartas de amor, si hay amor
tienen que ser
ridículas

Fernando Pessoa




Querido John:

Estos días de enfermedad y muerte revuelvo los cajones para ocupar el tiempo. Encuentro restos de la vida que fue y que seguro que no va a volver. Entre los papeles y facturas viejas encuentro una postal de las cataratas del Niagara. Recuerdo el día que la compré. Hacía un solo espectacular. Un autobús nos había dejado a primera hora de la mañana frente a un motel que debía de llevar cerrados desde hacía mucho tiempo. No pude evitar imaginar a Marilyn Monroe, transformada en la voluptuosa Rose, saliendo de una de aquellas cabañas, balanceándose sobre las caderas mientras buscaba una salida a la desesperación que arrastraba. Pero el paisaje nada tenía que ver con la ensoñación a en la que me recreaba. Dos mujeres negras, rollizas hasta la infinidad, hacen cola para subir al teleférico que cruza al otro lado de la catarata. Rose habría pedido un whisky con soda para olvidar.

Vuelvo a verlo todo a través de la fotografía y vuelvo al momento en que la escribí. La guardé secretamente entre las páginas del libro para enviarla en cuanto llegara a casa. Pero como todo lo que no hago de inmediato, lo olvidé y ahí quedó muerta hasta que ya no tenía sentido enviarla y pasó al cajón de los papeles.
Ahora, tanto tiempo después, sé que Marilyn fue una manera de intentar mejorar la terrible vulgaridad en que todo se ha convertido y el horror de la tosquedad en la que nos ha tocado vivir. Le doy la vuelta para darme de bruces con las pocas cosas que podía decir entonces: “Me generas la necesidad y después ya no sé prescindirte.”

John, tengo miedo a enfermar, tengo miedo a morir demasiado pronto, tengo miedo de todo. Y es el desasosiego que concentro dentro, el que hace que busque las cosas que en algún momento fueron importantes. Desde la fortaleza del buen recuerdo intento recuperar la serenidad que pierdo cuando la noche se me tira encima.

Querido John. Sé que ahora escribo a un aire teñido de ceniza y aliento turbio, pero, aun así, no puedo evitar menudear con la idea, siempre presente, de que ya no sé prescindirte.

Siempre tuya.

Grace




martes, 25 de agosto de 2015

AGOSTO SE DISUELVE EN AGUA



El único misterio del universo es que exista un misterio del universo.
Fernando Pessoa


Agosto es un mes que pasa lento. Horas de páginas que giran hacia delante y hacia atrás porque la concentración es poca aunque las ganas son muchas. El fantasma de la nada llega una y otra vez y rompe el ritmo. Agosto es un tiempo que se mide entre la calima y el olvido, entre el suero y la calma, la risa y el llanto, entre la compañía veterana y las espantadas advenedizas. Agosto se llena de horas lentas que se mueren jugando a los chinos, entre historias mil veces repetidas porque el verano en la ciudad es lo que tiene, todo parece nuevo y en realidad todo es muy viejo. Decía Pessoa que "por la boca muere el pez y Oscar Wilde", pero  Don Fernando se dejó a la mitad de la humanidad en el tintero. Agosto es un mes que se disuelve en agua salada.



domingo, 15 de febrero de 2015

ABANAR


"En la vida de hoy, el mundo solo pertenece a los estúpidos, a los insensibles y a los agitados".


Una invasión de moscas enanas ha llenado el patio y caminan torpemente por la cristalera del dormitorio como si fuera una pista de hielo muy particular. Sino fuera porque mis vecinas, las dominicanas, durante toda la semana han dado buena muestra de estar vivas, pensaría que alguna de ellas descansa el sueño de los justos, exhalando los humores de los que nacen toda clase de bichos que llenan los pisos colindantes. Pero no. Viven y follan con la alegría de los veinte años, de eso podemos dar buena cuenta todos los que compartimos paredes con ellas. Por eso el misterio de las pequeñas moscas que revolotean entre los restos de unos jazmines que murieron con las últimas heladas. Carlos, inclinado sobre el terrazo del patio, las observa con detenimiento como si fuera un entomólogo en plena investigación,  y concluye que son mosquitas de la fruta.

Miro hacia arriba, las ventanas del resto del edificio siguen cerradas a cal y canto. No pongo en duda su conclusión, pero no sé si su rigurosidad en la interpretación de la elasticidad de los materiales de construcción son transmisibles a la biología. ¿Moscas de la fruta? ¿En febrero? Solo espero que no sean moscas de la fruta de la pasión porque de ser así quizá mi inicial preocupación por la siniestra llegada de los bichitos no carecería de cierta lógica.

Pero es domingo,  amanece gris, como los últimos domingos de este invierno guasón, y mientas preparamos una cafetera generosa de las de antes, nos repartimos las tazas y nos dividimos por la casa, buscando cada uno sus gafas, para aprovechar esos instantes, casi siempre inexistentes, de tranquilidad absoluta. Releer a Pessoa y escuchar a Billie Holiday para concluir que cualquier tiempo pasado fue siempre anterior,  mientras con la mano abano unas moscas diminutas pero muy pesadas.


domingo, 23 de noviembre de 2014

DEL ARTE DE LA IMPROVISACIÓN


El mayor triunfo del hombre consiste en convencerse de que el ridículo es algo
 que sólo existe para los demás, y ello siempre que estos lo quieran.


En el mundanal destierro intelectual del ciudadano mediano debería existir un manual de entradillas al que se pudiera recurrir cuando uno no sabe cómo empezar una charla, un discurso o un texto escrito, da igual. Un listado de muletillas que salve de ese momento de vacío inicial y del primer empujón para poder continuar. Exprimirse la cabeza en busca de esas primeras frases que sean capaces de atraer la atención de a quien se tiene delante es una especie de infierno.  Improvisar no es la solución aunque a veces en un ataque de alocado arrojo y puede que de desesperado intento de llenar lo que a priori no se llena, uno aplace el momento de determinar esas primeras palabras, esas primeras líneas, y se lance, sin pulir y esperando que las musas aparezcan a última hora para enmendar la plana, a los brazos de lo primero que pase por la cabeza. Pero aliarse con la  improvisación sin estar dotado para ello puede dar lugar a resultados excelentes (escasamente) o a inicios tan patéticos que se conviertan en la confirmación prematura un fiasco de lo que va a venir, porque en ese primer estadio, cuando todo está por llegar y puede que se amontonen las ideas o que uno ande falto de ellas, la posibilidad de que lo que aparezca sea una estupidez, una obviedad, o un sinsentido, es más que alta. Es por eso que digo que la improvisación es un arte de la que muy pocos están dotados y que obliga al resto a pasar por el infierno de la búsqueda de la frase inicial, de la primera pregunta, de la primera palabra, sin dejar nada al azar para no quedar como un alelado, algo así como un imbécil con pretensiones.


domingo, 25 de mayo de 2014

CAMINAR



"Toda la vida del alma es un movimiento en la penumbra.
 Vivimos en un titilar de la conciencia, 
nunca seguros de lo que somos o de lo que suponemos ser".


Caminas por las calles y lo haces sin importarte si es de día o de noche. No tienes sensación de peligro. Entras en el primer colmado con el que te cruzas solo porque necesitas aflojar la marcha y alargar el tiempo en esta travesía sin puerto definido. Al entrar, el olor a fruta madura, a desinfectante y a orín te revuelve las tripas, te entra la basca y aprietas el paso para salir y que el aire sucio de la calle borre la angustia del vómito contenido.

Sigues caminando, sin prisa y te paras frente a los escaparates cerrados sin ver nada, aunque de vez en cuando es tu propio reflejo el que te llama la atención. Y mueves los brazos, ahora el derecho, después el izquierdo, te saludas, inclinas la cabeza para decirte adiós y seguir tu camino hacia ninguna parte.

Pero caminas y de esa manera pasan los días, te desprendes de todo, de casi todo, guardando tan pocas cosas que te vuelves liviano y una especie de borrachera te hace seguir, caminar sin prisas, sin parar nunca, como si así pudieras libertarte de las bestias y del miedo. Te estremeces porque te sientes, por primera vez, más tú que nunca y la vida te parece suspendida de tus pies, de tus ganas de seguir  aunque sabes que estás en mitad de un paréntesis, demasiado emocionado, demasiado transparente y que los ojos del hurón siguen vigilando para morderte en cuanto te detengas.



jueves, 20 de junio de 2013

I CAN'T FLY


"La acción es una enfermedad del pensamiento, un cáncer de la imaginación"

He encontrado mi agenda del año pasado, andaba perdida desde que terminó el año. No sé que debió ocurrir tal día como hoy. No debió ser nada trascendente si soy incapaz de recordarlo. Pero tengo serias dudas porque junto a un pequeño rombo negro anoté:

“Cada día que termina haciendo lo que debo, y no lo que quiero, lo vivo como una victoria aunque, en realidad, sé que es una gran derrota”.

Ha pasado un año. Sigo pensando lo mismo, pero la nota,  la de hoy, ha sido otra muy distinta.