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domingo, 3 de abril de 2022

MAREA

 


No existe semana en la que no recordemos hechos, casi siempre luctuosos, que han pasado en algún momento del que se estima es la vida del ciudadano medio. El día en que un avión se estrelló contra las torres gemelas; el día que reventaron los trenes en Madrid; el día que le descerrajaron un tiro en la cabeza a Miguel Angel Blanco; el día que Filomena dejó a Madrid encerrada entre nieve y descontrol. Ni un solo día durante el que no podamos recordar algo tremendo que durante semanas nos tuvo el pensamiento ocupado, el ánimo decaído y la sensación de que el mundo dejaba de ser lo que era para ser otra cosa distinta, casi siempre peor. 

En los dos últimos años acumulamos sucesos que nos recuerdan que somos mínimos, insignificantes. Seres enanos arrastrados por el barro de los acontecimientos. Una pandemia que mata, pero que ahora ya poco, según dicen; un volcán que sepulta la vida de unos cuantos y hemos olvidado; y una guerra que nos desveló una madrugada de invierno y hasta ayer parecía imposible. Europa se llena de muertos y son los nuestros. ¿Quién lo iba a decir? En el siglo XXI se mata como siempre, llevando a cabo carnicerías que superan la razón y el estómago de cualquiera que se considere un ser humano. ¿Dónde estabas cuando llegó el horror? Creo recordar los lugares en los que me encontraba cuando pasó cada una de las cosas que menciono. Pero el tiempo corre muy rápido, a veces tanto que es imposible que los recuerdos se fijen de una manera clara y terminan desvaneciéndose poco a poco, confundidos entre las cosas de otros que nos cometan, que nos dicen, y que hacemos nuestras sin que lo fueran.  Imágenes desvaídas de una realidad que olvidamos a la misma velocidad que el chasquido de dedos.

La pregunta equivocada: ¿Quién nos iba a decir que el mundo reventaría de nuevo? Nunca ha dejado de hacerlo. Nos confiamos, nos acomodamos y terminamos por embrutecernos bajo la apariencia de una civilización prospera, sin darnos cuenta que hay mareas que reculan para avanzar y ahogar sin clemencia alguna. Dejamos que la maldad siguiera campando a sus anchas y ahora, con nuestra propia miseria a cuestas, no nos queda otra que intentar no olvidar quien somos y qué es lo que queremos.



miércoles, 15 de enero de 2014

FIDJI MON AMOUR


"I got so brave, drink in hand, lost my discretion".


Olor a canela y a flor de azahar.
Tormenta de arena,
Sangre en la lengua.


martes, 13 de marzo de 2012

MIND THE GAP


La pantalla indica que faltan dos minutos trece segundos para que llegue el próximo convoy. El andén parece una delegación de la ONU que se multiplica por decenas en oleadas intermitentes que provienen del intercambiador. Los bancos, de resina enfermiza, a esta hora son un bien preciado y adoptan, sin querer, la apariencia de tableros de ajedrez enormes.  

Movimientos paradójicos, avances y retrocesos que abocan a la opacidad del túnel que engulle y expulsa, cada pocos minutos, seres anónimos con vidas extraordinariamente corrientes en apariencia.  La megafonía y un videoclip, de una calidad dudosa recuerdan al viajero ensimismado que “en los países ricos la gente es sustancialmente más infeliz que en los países más pobres”.  Alguien debería despedir a quien decidió animar al pasaje de esta manera.

Una anciana enorme, negra como el tizón,  sonríe y comenta en voz baja “eso nos lo dicen para que nos lo terminemos creyendo. Mal de muchos, consuelo de tontos”. La sabiduría intemporal de los mayores.

Entro en un vagón atestado y me sujeto fuertemente al único espacio libre que encuentro, procurando no rozar la mano de mi compañero de viaje. Giro la vista y miro el oscuro espectáculo que discurre por unas ventanas selladas.

En los países “ricos” la gente es sustancialmente más infeliz, pero no todos. Al fondo, sentadas en el escaso suelo que ocupan, dos adolescentes ríen, se acarician y se buscan los labios. 

Tocará bajarse, más pronto o más tarde, y hacerle un soberano corte de mangas a la consigna institucional, mientras buscamos los labios ajenos que nos devuelven la sonrisa.



william fitzsimmons - when you were young