Mes de junio, una calicha que no hay quien se mueva. Te levantas de la cama, entras en la ducha, sales fresquito y te lías a sudar igual que cuando has entrado. Sales a la calle y hasta el asfalto se funde. A las ocho de la mañana, la humanidad se concentra toda en los transportes públicos. "Humanidad" hay por un tubo, y si no que se lo digan a mis pituitarias que, tras una vueltecilla por las redes de la TMB, terminan anestesiadas ante el envite humano prelaboral. Debería prohibirse el acceso a los cochinos, que parece que han olvidado aquello que ya me decía mi abuela: " El primer mandamiento de la belleza, la limpieza".
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