Sigue.
Aprieta los labios, inspira sin que las aletas de la nariz te tiemblen, sigue.
Dobla la esquina y cuando llegues al puente, fíjate en los contrafuertes. No
preguntes en qué debes fijar tu atención, sólo fíjate en ellos, en el primero, en
el segundo, en el tercero, en todos y cada uno de ellos. Controla las
inspiraciones y el vaho de tu aliento al expirar será menos denso.
Que
no te venza la fatiga.
Cuando la
noche vaya cayendo, sentirás que el aire se espesa por el levísimo vapor que exhalan los solitarios, los desposeídos, los descreidos, pero debes seguir caminando. Persigue a tu sombra,
pégate a sus talones y no me olvides.
Vivo en todos y cada uno de tus contrafuertes, sosteniéndote, pese a todo.
Vivo en todos y cada uno de tus contrafuertes, sosteniéndote, pese a todo.
Contafuertes , oxidados vayamos con cuidado ¡¡
ResponderEliminarMolt bo Anita de veritat. Un petó.
No sé si al final se hizo ingrávido hasta el rio o el mar, quiero decir, si se suicidó. Aunque el relato es corto y bueno, debería tener un desenlace.
ResponderEliminarUn beso muy grande, de otra forma no.
hay que ponerse una de esas tiritas nasales abreorificios, si es preciso!
ResponderEliminarGracias a todos por estar al pie del cañón, leyendo estas cosas y eso :)
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