"La vida no merece que uno se preocupe tanto."
El pasado es un planeta
imaginario al que escapar cuando el presente se vuelve taciturno. Un viaje engañoso
para el que no se necesita billete. Guardas en la memoria infinitos retazos de una
vida vivida, de una vida inventada, de lugares que has modificado hasta
dejarlos escenarios inexistentes. Personas que dejaron de existir, que ni siquiera
recuerdas en realidad, que olvidaste y reaparecen cuando buscas motivos para
pensar que algo tuvo, tiene, sentido. Por eso las inventas a tu medida, cada
día un poco. Les concedes una vida de la que dudas, pero la acepta, porque es
tuya, aunque nazcan del recuerdo manipulado que te hace el presente cómodo, llevadero
y en el que te encuentras anclado al socaire de tormentas feroces y calma
chicha.
Tus sueños, tus
deseos, puede que también fueran los míos. Pero el paso del tiempo los ha
enterrados bajo la nube de polvo. Un mal año, un mal día, quizás. Todo pareció
cambiar para terminar por no cambiar nada. Y te preguntas en qué momento
despareció la expectación por el futuro.
La melancolía es una
enfermedad que adelanta la vejez volviéndonos difusos. Una negativa interior a aceptar que nada fue
como esperabas y por eso juegas con un pasado, al que vuelves para jugar y
recrearlo como quieras aunque dentro de ti sabes que aquel fulano es sólo un universo
paranoico de tu memoria, que aquella habitación, prolongación de un paraíso
para dos, estaba tan desierta como lo sigue estando ahora. Y llega la
cochambre, la desidia y miles de caras que pueblan tus recuerdos. Idas y venidas
que ni siquiera sabes a hacia dónde se dirigen y te dejan vacío.
Pero el vacío se hace necesario, imprescindible, para poder husmear, para poder escuchar de nuevo hasta convertirnos en ancianos
obstinados con pasados invisibles que sólo nosotros vemos.
La melancolía es nuestro extraño pasajero.
ResponderEliminarAún así, tiene un no sé que...
Un abrazo.
:)
ResponderEliminarMe puede repetir la pregunta?
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