«Las formas en que las cosas son superficialmente similares pero también distintas es interesante para mí».
Richard Ford
Primer lunes de agosto, un lunes tan bueno o tan malo como
otro cualquiera, que solo se distingue por ser lunes de pendencia, lunes de
suspenses, de suspensos, de llamadas a teléfonos que no contestan, de correos
que vienen devueltos por destinatarios que se ausentan hasta que el calendario
no de más de sí, o hasta que la tarjeta de crédito reviente. Lunes de borrones húmedos,
de deserciones inesperadas, de poca contención, de alzar los hombros en un gesto que lo dice todo, que lo comprende todo porque nada se intuye. De cafés aguados y granizados tardíos, de aroma a brea y a jazmín.
Lunes al sol, para algunos, a la
sombra para otros, y en el limbo para los que pendemos de todo. Y aunque es un día tan bueno o tan malo como cualquier otro, las horas pasan lentas sin terminar
de poner fin a este lunes, que podría ser como otro cualquiera pero no.
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