Si el destino me dejara llevar mi vida a mi manera…elegiría
pasarla con el culo sobre la silla.
Jean Lacouture
Frente a la cantidad ingente de desgracias que hay en el
mundo, que se suceden un tras otra a nuestro alrededor, puedo dar gracias de que las mías
son limitadas. Nací en una familia normal (aunque no me lo parecía mientras
sobrevivía a la adolescencia). Tuve la fortuna de llegar al mundo en una parte
del globo en la que, mejor o peor, las necesidades de la gente en general están
cubiertas; y en un momento en el que mostrarse contrario al sistema ya era
posible. Crecí en un ambiente de los considerados anodinos, nada marginales, y
sí llenos de una cotidianidad muy poco extravagante. Fui creciendo, cumpliendo
años, y compaginé mi vida de estudiante universitario con trabajos temporales a tiempo parcial hasta que al final me
enganché al engranaje del mundo laboral per saecula saeculorum. En un par de
ocasiones me enamoré hasta el tuétano, quizá alguna más, aunque todo era absolutamente trivial. Al final caí rendido en la meta y pude gritar gol.
Tener alguien al lado a quien amas, con quien te entiendes sin seguidismo condicionados, y
por quien sientes un enorme respeto intelectual, es una de las maravillas de la vida que hace
que las penas y las miserias se transformen en simples circunstancias coyunturales que
pasarán; y el futuro en una línea continua que escoges porque quieres. Por eso,
aunque se tenga una cierta tendencia a pensar que el mundo se va al carajo, a
entrar en estados de pura contradicción incluso en lo emocional, al final todo
es menudo si la compañía es libre y buena.
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