El hombre no tiene naturaleza, sólo tiene historia.
José Ortega y Gasset
El amanecer es más lánguido de lo
normal, como si el día supiera que va fajarse con la ignominia que suponen las
decisiones de otros. Recibir en las instituciones parlamentarias, democráticas,
a quien ha sembrado durante años el terror y ha defendido la muerte como medio
para la imposición de sus posturas es, cuanto menos, una muy mala noticia. Para
disfrazar el hecho de que se está legitimando el uso de la fuerza y del miedo
como un modo legítimo de actuación, nos hablan de tiempos de paz, de nuevos
momentos de libertad. Pero no hay mayor mentira, ni perversión, que la
utilización de esos argumentos que faltan a la verdad. En España existe un
sistema democrático desde el año 1978, con la promulgación de la Constitución,
y eso no hizo retroceder ni un milímetro las garras de los que decidieron
matarnos reventándonos por las esquinas o descerrajándonos un tiro en la nuca. Y el tiempo
ha pasado, es cierto, pero nada ha cambiado, porque los que hemos sufrido el
terrorismo en este país seguimos siendo los mismos, bajo el mismo sistema. Creímos haberles derrotado pero no es cierto.
La única verdad es que ETA no mata pero, aunque no nos guste, el tiempo y los
hechos demuestran que ellos han ganado. Lo de hoy, con Otegui dando lecciones por
el mundo, es una buena prueba. Pero no debemos olvidar que no puede haber paz
sin arrepentimiento, sin que quienes nos agredieron durante años, nos coartaron
la libertad y aplicaron el régimen del terror, pidan perdón. La sociedad, y las
víctimas en particular, decidirá si quiere o no perdonar. Otegui se paseará
hoy por el Parlamento catalán sin haber pedido jamás perdón por sus muertos.
Muertos que son suyos aunque la pistola, la bomba o lo que sea, la pusiera o la
disparara otro. Todos fuimos víctimas del terror. No puede ensalzarse, sin que la
sociedad democrática muera un poco más, a los que han atentado contra la vida y
la integridad física de sus conciudadanos
y no han mostrado un ápice de arrepentimiento. La legitimación de la violencia
en detrimento de la vida, de la libertad, es lo que hoy se presenta ante lo que
debería ser el puntal de una sociedad que antepone los derechos humanos a
cualquier ideología. Corren malos tiempos para la decencia, la legalidad y el
sistema democrático. A las victimas de Hipercor, de la casa cuartel de Vic, al
propio Ernest LLuch, entre otros muchos, los estamos matando otra vez. Eso no lo deberíamos olvidar.
Qué bien describes lo que pasó y está pasando. Mientras existan personas con este sentimiento, nunca podrán hacernos olvidar a quienes lo dieron todo por nosotros. Llegado ese día, habremos muerto todos. Un abrazo
ResponderEliminarNo, querida, mientras haya gente como tú no ganan.
ResponderEliminarSe puede firmar?
ResponderEliminar:)
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