Qué poco
amamos a los que amamos y
cómo nos gusta salirnos de madre.
Juan Marsé
Darle vueltas de una manera recurrente a la idea delirante
de su existencia, volviendo una y otra vez, en mitad de una espera tan absurda
como extraña. Vivir en la necesidad de volver a ella, una y otra vez, porque no
hacerlo así sería casi una traición.
El otoño es una estación incierta. Volverán los cuellos altos y, bajo ellos, cualquier brizna de aquella posibilidad
que fue engordando a la sombra de la ausencia forzosa, se desvanecerá hasta
desaparecer. Entonces quizá llueva y esas cuatro gotas desordenadas, quizá también, alivien la pena.
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