lunes, 12 de septiembre de 2016

LA LLUVIA


Qué poco amamos a los que amamos y 
cómo nos gusta salirnos de madre.

Juan Marsé




Darle vueltas de una manera recurrente a la idea delirante de su existencia, volviendo una y otra vez, en mitad de una espera tan absurda como extraña. Vivir en la necesidad de volver a ella, una y otra vez, porque no hacerlo así sería casi una traición.
El otoño es una estación incierta. Volverán los cuellos altos y, bajo ellos, cualquier brizna de aquella posibilidad que fue engordando a la sombra de la ausencia forzosa, se desvanecerá hasta desaparecer. Entonces quizá llueva y esas cuatro gotas desordenadas, quizá también, alivien la pena.



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