La identidad es una búsqueda siempre abierta e incluso la obsesiva defensa de los orígenes puede ser en ocasiones una esclavitud tan regresiva como, en otras circunstancias, cómplice rendición al desarraigo.
Claudio Magris
Este
blog sigue en marcha. Desde hace semanas se fragua un cuento y en algún momento
verá la luz en este minúsculo espacio. Son cosas mías con poco interés pero que me aligeran la carga de la vida y me ayudan a entenderme y a entender el mundo. Pero los acontecimientos de estos días, un
volumen de trabajo que a veces no sé si puedo asumir y la familia dispersada
intentando hacer lo que hay que hacer, deja poco tiempo para lo que uno quiere. Volveré, y espero que
sea más pronto que tarde, tal vez sea mañana mismo y este texto quede un poco ridículo. No sé si cuando lo haga mi
nacionalidad habrá cambiado por obra y gracia de unos malvados desleales (que
lo son), que se creen mejor que los de al lado, y si como pasó en la antigua Yugoslavia deberé odiar para siempre a mis antiguos hermanos y vecinos. Espero que no sea así. Mientras tanto, aquí seguiremos porque esto
no es acaba.
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