El día que se confirmó la noticia del confinamiento bajé las revoluciones del pensamiento. Me miré en el espejo y descubrí algunas vetas más grises que plata que no tenía controladas. Arranqué unas cuantas desafiando a la maldición de la proliferación descontrolada cada vez que arrancas una. Me sujeté el cabello con una cola floja y me pedí la paciencia que no tengo. La cosa va para largo y el desgaste va a ser grande, así que abrí la ventana, dejé que el aire me llenase los pulmones y deseé, con la misma intensidad que deseo que el cartero no toque el timbre de me interfono, que nadie hubiera estornudado tan fuerte como para llegar al balcón. Las gotículas son el mal y siembran el dolor en el mundo. Lo escuché en un programa de radio y ahora, con todo lo pasado, vivo convencida de su maldad y su existencia disoluta. Meses después, nada es mejor. El aire huele a polución y los pájaros que se apostaban en las balaustradas han desaparecido. Por primera vez tengo miedo y me abrigo más de lo normal. Ya no miro el tiempo, ni sigo el estado de la polución ambiental. Los datos de contagio y fallecimientos se han convertido en el buenos días habitual y han arrinconado la música de primera hora. Algo irracional se nos ha cruzado en la vida y no sabemos, no sé, dónde encajarlo. Lo normal ya no existe. En unas semanas volverán los días tibios sin que hayan desaparecido el frío siniestro que se nos ha colando dentro. Creímos que lo banal desaparecería, era una oportunidad. Pero la realidad es tozuda, retorcida y poderosa. La fotografía que nos quedará de todo esto es la de la malsana necedad.
domingo, 24 de enero de 2021
domingo, 17 de enero de 2021
HOLOGRAMAS
Nos hemos acostumbrando a
interactuar con personas a las que no vemos, incluso con personas a las que no conocemos.
Comunicarse así no está mal, aunque nada tiene que ver con el cara a cara que permite
percibir los mil matices de las cosas que en ese encuentro se cruzan arriba y
abajo. El avance tecnológico nos permite
tener al alcance de la mano un montón de información que de otra manera no
tendríamos y permite, también, sentirse cerca de personas que se encuentra a
mil distancias que van más allá de la espacial. Pero lo que se pega a la
pantalla no deja de tener algo de ficción. Una película que casi siempre
inventamos a nuestra medida y necesidad, que busca bienestar e incluso cierto
confort. ¿Queremos un mundo de ficción que nos sea hostil? Para nada. Pero ese mundo de película casera, que
confeccionamos cada día a base de tweets, de mensajes, de fotos y frases que
lanzamos a las ondas, es frágil, efímero y casi siempre tan voluble como el
tiempo. Poco peso y poco anclaje. Y esa cosa liviana que envuelve esta manera
que relacionarse tiene mucho que ver con lo efímero y rápido que se sucede todo
en el entorno virtual. Y es que, aunque lo virtual está muy bien, al final la
piel es la piel. Y los gestos, los olores y la cadencia de los movimientos de
la gente es fundamental. Las relaciones hay que cuidarla y a veces eso requiere
de una importante interés y dedicación. Un acompañar en lo recíproco que en
ocasiones pide de un abrazo enorme, de una risa compartida, incluso de una discusión fea
y turbia. Las relaciones personales, de cualquier tipo, necesitan vida, aire,
agua y un poco de swing, para que no se deshinchen como un globo de helio de Bob
Esponja al final de una feria. Una vez leí un artículo de Isabel Coixet que
empezaba con un “Los hologramas nos sangran” y algo de eso tiene la vida
virtual y es que casi siempre desaparece al apretar el botón de apagar.
jueves, 14 de enero de 2021
DIARIO 3.0 - COSAS DE UNA PANDEMIA
Al entrar en
el portal me encuentro una reunión de vecinos. La ha convocado la urgencia y no
un orden del día. Se ha vuelto a atascar el desagüe general y por una grieta se
escampa la porquería por todo el principal. Nadie tiene la llave del cuarto de
contadores, yo tampoco. Decae la expresión de esperanza que cruzó el rostro de
algunos cuando llegué. Es el fin de la ilusión.
***
El mundo se muere y yo haciéndome
una limpieza de cutis. Suena a frivolidad, pero es en lo único que pienso
mientras espero con los ojos cerrados a que la mascarilla alivie la quemazón que
me ha dejado la radiofrecuencia que me desinflama la cara. El mundo se muere y aquí oliendo a pollo
chamuscado.
***
Leo para mí un texto precioso y
me quedo colgada durante unos segundos. Lo releo de nuevo con el gustito en el cuerpo que dan las cosas bonitas pero me viene a la cabeza el tono nasal y engreído de voz del escritor y doy un respingo. Algunas cosas no
deberían moverse del papel.
***
Me pregunta si me he engordado y
lo hace regocijándose en la pregunta de la que sabe la respuesta que salta a la
vista. Sé que pretende que me moleste pero en realidad me importa un comino. Me
engordé de puro goce y ahora, semanas después, arrastro el placer entre mis
carnes con la tranquilidad de a quien un poco más de curvas ya no le viene de
aquí.
***
Vacuna sí, vacuna no. No hay opción. Morirse del virus o no, esa es la cuestión.
***
Si volviera a nacer sería
cantante de jazz. Lo digo canturreando, con los ojos entrecerrados, y empieza a llover. Debería tener un
plan B si decido volver a nacer.
jueves, 7 de enero de 2021
ASALTANDO SEDES Y TÚ CON ESOS PELOS
Al parecer, algunos creen que las
cosas son buenas o malas en función de quien las lleva a cabo. Ayer asaltaron el Capitolio, la sede Parlamentaria de los EEUU. Trump quiere perpetuarse o
morir políticamente en el intento. Nada nuevo bajo el sol. Las huestes de este
país se rasgan las vestiduras. Y uno pensaría que eso es lo normal, solo que en nuestro país ya tenemos
experiencia en estas maneras de hacer
que, si bien han sido enjuiciadas, ahora se blanquean a base de bien. El “Apreteu, apreteu” del President Torra a
los CDR (Comités de defensa de lo República), es lo exactamente lo mismo que ha
hecho Donald Trump. El asalto al Capitolio es el hermano mayor del intentó de
asalto el Parlamento catalán que se ha
llevado a cabo por dos veces. En una de ellas, año 2011, Artur Mas, entonces
President, tuvo que salir del recinto en helicóptero. En el año 2018, con el
aval del presidente Joaquim Torra se volvió a intentar. Pero ahora, todos los bocachancleros
de la política de este país, ahí están,
llevándose las manos a la cabeza por lo que pasa en EEUU mientras toleran y
blanquean lo que pasa en nuestra casa.
Hemos adelantado a los estadounidenses por la banda. Aquí, en España, se han fletado autobuses para rodear Parlamentos tras unas elecciones con unos resultados que no les gustaban y a algunos les pareció fenomenal, un ejercicio de democracia, decían. Hoy, aquellos puristas del alambre, algunos sentados en las poltronas gubernamentales, intentan disimular lo vergonzoso de su defensa intentando distinguir entre asaltar y rodear. Cuando en ambos casos, por desgracia, se trató de coaccionar, sino incluso de revocar una forma de Estado. Pero algunos son de mente voluble y la movilidad de sus valores y compromisos les permiten, a día de hoy, ir calentando la pluma para indultar a los que, desde hace meses, repiten que lo volverán a alzarse contra la Constitución y el Estado. Son nuestros propios Trump, nuestros bisontes hispánicos, todos igual de populistas, igual de descerebrados e igual de antidemocráticos, incluso, corruptos. Tenemos mil ejemplos de actitudes vergonzosas entre los nuestros. Una de especial bochorno se ha producido durante la festividad de Reyes. La Sra. Bundó (Consejera de la Presidencia de la Generalitat catalana), regaló una de las famosas urnas de plástico del 21-O a los niños catalanes sin recursos en el marco de la campaña “Cap nen sense joguina” Lo de la Nancy, los puzles, las bolsas de chucherías, o las videoconsolas si eso quedan para otro año.
Se olvida, por toda la caterva
de indocumentados que tenemos al mando y los que los acompañan bramando por el desmadre social
que son las redes, que la bondad de las acciones y
su carácter democrático no depende de quien las lleve a cabo; y que es tan repugnante lo que ha ocurrido en
USA como lo que viene sucediendo en este país con el beneplácito de muchos. Pero aquí lo dejo, que tengo que
ir a vomitar un rato.