viernes, 23 de abril de 2021

QUE LA PANDEMIA NO TE QUITE EL GUSTO

 



Cuando naces en una familia en la que las mujeres ganan por goleada, la cuestión de las rosas y los libros se multiplica por dos. En casa siempre hubo rosas para todas y libros también. Porque una cosa no quita la otra, porque las revoluciones empiezan en la casa de cada uno y en la nuestra se avanzaba a pasos de gigante cuando conseguías colocarte en posición de discutir sin menospreciar y sin caer en el capricho para el que no había ni espacio, ni suficientes horas en el reloj que tirar.

Hubo un tiempo en el que algunos consideraron que las mujeres que leían eran peligrosas. Nuestra suerte, la mía, la de mis hermanas y la de mi madre fue que mi padre considerara que nos prefería peligrosas y leídas a incultas, dejadas o planas de pensamiento como una línea recta. Así que casa, la fiesta de San Jorge siempre fue una fiesta grande en el que hubo rosas y libros que formaban parte del mismo equipo.

Mi padre ya no está y la casa familiar se fue vaciando. Pero mi madre sigue remando y, pese a la edad, al covid y a los males que la acompañan sigue, año tras año, con la búsqueda disfrutona de libros y rosas para su familia, bisnieta ya incluida.  Y es que para ella, nacida durante una guerra con más escasez que abundancia, leer es fundamental y lo del rosa y el azul siempre le importó un bledo.



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