jueves, 29 de julio de 2021

DELINCUENTE

 




No sé ni cuando fue, pero guarde la impresión de los relatos de un tercero y este fin de semana aparecieron en la parte baja de la librería. Los tenía olvidados, aunque en su momento, debieron de hacerme gracia y opté por consérvalos, en lugar de reciclarlos para hacer la lista de la compra. Quedaron sepultados en el último estante, donde agacharse para sacar el polvo da pereza, y perdieron su vida ahí enterrados. El tiempo es el enemigo de los entusiasmos, por eso que las cosas vayan perdiendo fuelle es lo normal. Lo que ayer era imprescindible, casi vital, mañana no sirve para nada. Pero aun sin servir, en este caso, encontrarlos tuvo su gracia. Abrí aquel manojo de papel y al azar y me puse a leer un rato. Me entraron ganas de simular ser la voz que no soy, intentando que no se notara demasiado y modificar los escrito por donde me venía bien. Pasé la tarde reescribiendo por el simple gusto de adulterar la mirada de otro. Cuando me cansé, guardé el archivador en el mismo sitio en el que estaba. Pasará allí un par de años, o tres o, con un poco de suerte, unos cincuenta y tres. Estoy segura que al autor de todo aquel tangai la perpetración de su obra le parecería una grosería colosal. Y no digo que no lo sea. Pero lo hecho, hecho está y al final estos malabares no importan tanto.


2 comentarios:

  1. Lo que escribimos nos escribe. Muy chulo el texto.

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  2. Pruebas queremos de lo que resultó. Anda, muestra lo que perpetraste. Puedes usar un pseudónimo.

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