Una vez más el sueño desaparece de golpe y me deja perpleja
ante la oscuridad de la noche. El silencio es absoluto. Me levanto para prepararme
una taza de algo caliente. El suelo de la cocina está frío. Pongo la radio y
bajo el volumen para no despertar a nadie. La guerra ha vuelto a Europa, aunque
desde la distancia parece sencillo orillarla. El día a día se atropella y fingir que todo sigue igual parece sencillo. Pero Ucrania está en guerra y las consecuencias
son imprevisibles. Esta noche, mientras me pregunto por la desesperante
costumbre de desvelarme poco después de las tres, el ejercito ruso bombardea cerca del Maidan. La
vida de ayer tan corriente, la de hoy busca refugio bajo una estación de metro. La tercera guerra mundial pende de un hilo y de la mente criminal de Putin. El futuro puede acabar antes de llegar. Estoy descalza en la cocina y sé que las
enfermedades siempre llegan por los pies.
Las guerras son así, terriblemente crueles. Podríamos repasar todas las guerras de los últimos 30 años.
ResponderEliminarSí, todas lo son.
ResponderEliminarUna locura que cíclicamente vuelve de una manera espantosa.
Anita Noire