domingo, 16 de abril de 2023

DE LO SALUDABLE

 



Las relaciones entre personas, las buenas relaciones, se sostiene en el tiempo cuando existen, de una manera recíproca, grandes dosis de respeto, lealtad y confianza. Cuando alguna de ellas desaparece, por el motivo que sea, la relación empieza a deteriorarse y el que estaba en Babia, actuando con la nobleza que se requiere, queda ligeramente noqueado al descubrir que aquel compañero, en el que se confiaba y se cuidaba, se esconde un estratega que medra tanto como puede y que justifica su deslealtad en la necesidad de salvar los propios trastos. No hay nada más deleznable.

Pero vivimos tiempos oscuros, llenos de necios y ventajistas que olvidan, con frecuencia, a quienes les tendieron la mano. Descubrir la deslealtad de alguien con quien se debe seguir tratando es una faena. Se abre una grieta difícil de reparar y en ese agujero van cayendo, poco a poco, las últimas ganas de saber nada del otro. Con el tiempo y las caretas fuera acaba fraguándose la indiferencia. El tiempo es efímero, pasa muy rápido, casi siempre demasiado, y perderlo es un pecado. Hay que saber perdonarse las equivocaciones. Reconocer que sentirse de un modo u otro es algo que solo compete a cada uno, y que mandar a tomar por culo a quien defrauda, sin posibilidad de marcha atrás, casi siempre es muy sano y liberador.



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