miércoles, 15 de mayo de 2013

THE RAIN




 "I wish I knew someone like you could love me
I wish I knew you place no one above me
Did I mistake this for a real romance?
I wish I knew, but only you can answer".


Voy en un taxi camino del trabajo, hay un atasco enorme en la Gran Vía. Los días han alargado, el Mediterráneo se evapora y mayo, como siempre, nos devuelve una humedad excesiva. Podríamos estar en Da Nang, pero no. 

El paraíso vomita sobre la ciudad una calima insoportable y la viste de gris. El exceso de piedra, el cielo plomizo,  la molicie de la vida vaga, y el confuso graznar de cien mil gaviotas que escapan del hambre que les sirve el mar, se convierten en un decorado casi perfecto para el desaliento.  En el coche vecino, el pasajero bosteza. ¿Nadie duerme bien en esta ciudad?


El conductor me pregunta si me importa que ponga un poco de música. Nada me gustaría más. Anoto en la agenda el nombre de un trompetista de jazz y espero, mientras me pierdo entre los acordes, que el atasco dure un par de horas por lo menos. Así lo digo en voz alta y unos ojos, alertas, me vigilan desde el retrovisor.


Empieza a llover. Ojala lo supieras.


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