jueves, 4 de diciembre de 2014

DE INTERESES DIFUSOS


Ser responsable significa ser selectivo, ir eligiendo.

Hace apenas unos días se conmemoraban los 25 años de la existencia de la Convención de los Derechos del Niño. Este tratado de carácter obligatorio y vinculante para los paises que lo ratificaron, España entre ellos, supuso una nueva mirada en todo el conjunto de normas que regulan las cuestiones referidas a los menores. Por primera vez, los niños pasan de ser meros espectadores a ser verdaderos sujetos de derechos. Sin embargo, aunque legalmente la cuestión está así, aunque en todos los textos legales que regulan cuestiones relativas a menores se habla de que cualquier decisión sobre éstos será adoptada bajo el paraguas del interés del menor, la realidad es otra muy distinta. El interés del menor es un principio tan difuso como interpretable.

¿Qué es lo mejor para el menor? La respuesta es sencilla y con un poco de sentido común puede llegarse a ella. Lo mejor para un niño es crecer en un entorno saludable, en el que sus necesidades educativas, afectivas, emocionales y económicas estén cubiertas. Que su salud física y psíquica y su propia integridad física esté a salvo de injerencias perniciosas. Esto que parece una obviedad no siempre es así y son los adultos, siempre, quienes lo quiebran de un modo sistemático. Nuestros conflictos, nuestras ideologías, nuestras batallas y guerras transforman las vidas de los niños en un autentico galimatias vital del que pocas veces salen indemnes. 

Esta misma semana, las Naciones Unidas han hecho público un comunicado por el que suspende el programa de alimentos para los refugiados por falta de fondos económicos. Estos significa, ni más ni menos, que miles de personas que en estos momentos se encuentran hacinadas en campamentos con motivo de la guerra en Siria e Iraq no tendrán nada que llevarse a la boca. Los datos son tremendos, la mayoría de personas refugiadas son menores de edad que, dentro del contexto de un conflicto armado, normalizan unas situaciones y carencias que no les corresponden.  Nos llevamos las manos a la cabeza cuando unos energúmenos se matan a palos con la excusa de un partido de balompie, pero somos incapaces de sonrojarnos con vergüenzas que se dan, por hablar de cercanía, en la otra orilla del Mediterráneo. La memoria del ser humano es selectiva y en esta sociedad del progreso, de los ciento cuarenta caracteres que se vomitan sin pensar, cualquier cosa que incomode se elimina salvo que genere morbo mediático. Es por eso por lo que el comunicado de la ACNUR apenas ha trascendido, es por eso que el supremo interés de nuestros menores continuará siendo siempre un interés difuso y a merced del que más pueda.


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