<<Había cesado el ruido de las excavadoras y se oían las voces de los obreros despidiéndose entre sí. Desde hacía
mucho rato el sol caliente se colaba entre las rendijas de las persianas; eran listones de luz horizontales que
encendían el polvo, cada vez más, hasta que de pronto, como por efecto de una chispa, toda la habitación fue un
gran incendio rosado y fosforescente.>>
Juan Marsé
Existen personas que ilusionan
lo mismo que hay proyectos que entusiasman. Pero todo eso, la ilusión, el
entusiasmo, tiene un recorrido muy corto si después de las primeras andanadas no
hay novedad que lo mantenga y nos haga venirnos arriba. Estos días confusos en
lo general y, porque no reconocerlo, también en lo particular, intento observar
las cosas desde la distancia y no pronunciarme demasiado sobre nada. La
información se contamina de manera continuada generando un gran
desconcierto. La contradicción entre lo dicho y lo hecho, entre lo prometido y
lo ejecutado, entre los hemiciclos y los baños solitarios, no deja de ser muy sorprendente
para algunos. Quiero creer que existen ideas y proyectos maravillosos y que
algún día, cuando alguien se decida llevarlos a cabo de verdad, lo hará contra
viento y marea. Que los valientes ganarán la partida; que lo pusilánimes quedarán
arrinconados; y que los que ofrecieron la tierra prometida, entregando estiércol
envenenado, quedarán relegados a la nada.
La vida es intensa y febril. Llena
de aventuras que se libran, muchas veces, en la duermevela de gente que espera
que mañana sea mejor que ayer, aunque al levantarse, al día siguiente, se
encuentren que nada fue como esperaban. Aun así, hay cosas, proyectos, personas, por las que cualquiera, sin estar demasiado loco, puede plantearse que si le dicen ven, se vaya dejándolo
todo sin guardarse ningún comodín.
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