Un maestro es una brújula que activa los imanes de la
curiosidad, del conocimiento y la sabiduría en los alumnos.
Ever Garrison
Escucho por ahí que este fin de semana algunos padres han
decidido declararse en huelga de deberes y que sus hijos, en consecuencia, no harán las tareas
escolares. Dicen que estos trabajos roban un tiempo fundamental a los niños, un
tiempo que deben pasar con la familia haciendo cosas más importantes, más
agradecidas, aprendiendo de otra manera. Escucho la noticia desde la distancia y con un interés relativo en
lo particular, pero no sin cierta sorpresa en lo general.
Inicié mis estudios cuando
aun se llevaba aquello de la EGB (Educación General Básica), en la que las
clases se prolongaban hasta las seis de la tarde, y te ibas a tu casa con tu cartera, con tus
libros y libretas (que no dormían en taquillas, ni estanterías varias), para
preparar para el día siguiente, o para el día que fuera, una buena ristra de
deberes y controles. En mi casa, que no eramos pocos, nos distribuíamos por la
mesa del comedor, incluso de la cocina, para hacer todos aquellos deberes que
nos llevaban a maltraer, por entonces no teníamos escritorios en los dos dormitorios que compartíamos entre mis hermanos. Ninguno nos morimos por aquello, protestamos mucho, es
lo que nos tocaba, pero nunca volvimos a la escuela con los deberes pendientes,
ni mucho menos con el justificante paterno de que los deberes nos estaban
trastornando o robando tiempo a la familia.
Educar se educa en casa, siempre lo
he dicho, por eso el aprendizaje de las materias técnicas, que no solo aportan
conocimiento sino también responsabilidad y organización en el estudio, se deben hacer tanto en casa como en el colegio. Dicen que los niños van sobrepasados de
tareas escolares, puede que en algunos casos sea así, pero, sinceramente quizá de lo que van a mil es de la elevada cantidad de actividades
extraescolares que, en muchos casos por necesidad, están obligados a hacer. Cientos de idiomas, deportes, manualidades, musicalidades varias, y algún que
otro baile, rellenan las tardes de los niños una vez salen de clase. En ocasiones es por gusto, otras por necesidad.
Los mayores necesitamos que
los hijos estén recogidos y atendidos mientras agotamos largas jornadas
laborales, con los horarios desquiciantes, que tenemos en este país. Conciliar aun
es una cruz, sobre todo porque los horarios de unos y otros son absolutamente dispares. Los niños van agotados y los adultos mucho más.
Pero la idea de eliminar las tareas escolares en casa creo que debería
observarse con cautela. La sobreprotección de los chavales, el evitarles la responsabilidad de cumplir con las tareas encomendadas, me produce muchas reservas. Las obligaciones que conlleva la realización de una tarea escolar, que les ayuda a fijar el conocimiento de lo aprendido para seguir aprendiendo, a estimular la curiosidad que les facilitará la estructuración de su cabeza para aprender a pensar, a estudiar y racionalizar, no me parece
una buena idea. El hábito del estudio y del trabajo también hay que adquirirlo.
Eliminar responsabilidades a los niños no siempre es una buena opción si se
mira a largo plazo. Quizá compatibilizar el tiempo de ocio y el de la
responsabilidad, la del estudio y las
tareas escolares, sea un camino no exento de espinas.
Pero esto no es más que una reflexión propia, y sin mayor importancia, después de ver lo que veo tratando con niños en situaciones complicadas, y de escuchar hoy mismo, en la televisión, a una madre feliz porque su hija no hará
deberes este fin de semana porque ella así lo ha decidido.
Esta huelga de adultos, utilizando el pretexto
de los niños, no sé si es una buena idea, como tampoco sé si lo es que los
maestros y profesores queden desautorizados, en lo que a su trabajo respecta,
por unos padres que al final se echan las manos a la cabeza cuando el tiempo, en lugar de
niños que tenían, les entrega unos adolescentes cabestros e irresponsables. Pero será que los tiempos cambian que es una barbaridad y yo me he quedado un poco atrás.
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