domingo, 10 de junio de 2018

SIN SORPRESAS


Nuestro diálogo no era exáctamente una conversación. Ejecutado a un alto nivel de velocidad y ruido, consistía en una serie de confrontaciones a cámara rápida.

-Apegos feroces- Vivian Gornick






Regreso de Madrid con menos ganas de lo que es habitual. Un último paseo por el Retiro, antes de correr hacia Atocha, me ha sentado más que bien. Es la ilusión de respirar un aire menos contaminado y agresivo de lo que últimamente respiramos junto al Mediterráneo de Serrat. A los efectos prácticos he perdido el tiempo, no he completado ni una sola de las gestiones que me llevaron hasta allí y, sin embargo, mientras el tren me aleja de la ciudad pienso en lo animada que estaba, en lo espléndida que es, y en lo mucho que nos despistamos los que venimos de fuera. Vivir en el conflicto agota y, de vez en cuando, tomar distancia es necesario. En últimos tiempos vivir en Barcelona es morirse un poco cada día. Escapamos como podemos, aunque sea utilizando excusas, bebiendo medio litro de vodka o incluso escribiendo simplezas mientras en la acera de enfrente, teñida de amarillo, vemos a una jauría que intenta arrancarnos la libertad y la tranquilidad que todos queremos, que todos necesitamos. La gente sofoca y el final ya lo conocemos, no tiene nada de sorpresa.