lunes, 2 de julio de 2018

A TU SALUD



No tiene casa en la que alojar un huésped:

una cama fría sólo en la que todos descansan,
en la que soles pálidos anidan, y montañas perdidas.


Rudyard Kipling





Hace unos días mi madre ingresó de urgencias en un hospital de la sanidad pública. Lo tremendo de estas situaciones solo se compensa con el buen hacer de la gente que atiende a los que llegan enfermos y a los que nos mantenemos aterrados ante la incertidumbre. Los sustos acortan la vida, estoy segura de ello, pero cuando se encuentra presente la comprensión y el buen hacer de los que, por necesidad tuya y obligación suya, pasan a comandar tu vida, todo se vuelve un tanto más amable. Debemos saber dar las gracias, reconocer la valía de los que, con contraprestación o sin ella, nos hacen la vida más fácil porque la vida son cuatro días contados con pasado mañana y agradecerle el lado amable no cuesta tanto.