Con tanto ardor deben los ciudadanos pelear por la defensa de las leyes, como por la de sus murallas, no siendo menos necesarias aquéllas que éstas para la conservación de una ciudad.
Heráclito de Éfeso
Empieza
el mes de septiembre y el ambiente está tan caldeado que vamos a tener que
hacer grandes esfuerzos de contención si no queremos que en poco tiempo nos
veamos abocados a una confrontación tan importante que nadie esté ya en
posición de ningunearla, como está pasando hasta ahora.
En
Cataluña se vive mal y decir eso cuando hasta ayer, como aquel que dice,
teníamos unas de las mejores economías del país, unas ciudades preciosas y un
buen nivel de vida, parece que sea una exageración. Sin embargo no lo es,
porque incluso cuando las cosas en apariencia fluían, bajo esa tranquilidad, de "seny" y de "rauxa", había una parte importante de la sociedad que silenciaba el malestar
por la imposición y la fagocitación que de la vida pública, y en algunos casos
privada, han llevado a cabo los nacionalistas durante décadas, con unos intereses más particulares que pensados para el global de
la ciudadanía.
la ciudadanía.
Pero hace ya
muchos meses, más de la mitad de los ciudadanos de Cataluña decidieron dejar
de callar y, en la medida de lo posible (no siempre lo es sin sufrir la muerte civil), ha empezado a
manifestar su oposición a las tesis xenófobas, supremacistas y excluyentes que
acompañan a la ideología nacionalista de los independentistas que en estos
momentos, pese a su minoría, pese a sus mentiras, pese a su permanente
corrupción, pretenden imponerse frente al Estado de Derecho.
Nos
espera un otoño algo más que caliente. La equidistancia es un insulto a la
inteligencia y los que todavía aun hoy no se han posicionado deberán hacerlo en
algún momento porque toda esta situación tiene que acabar y, mucho me temo, que no quepan las tablas. Sería conveniente no olvidar que solo un Estado de Derecho
fuerte puede garantizarnos la libertad, la seguridad e incluso el derecho a
discrepar. Acabar con él, de una manera tan absolutamente irracional y suicida como la que están llevando a cabo los independentistas, es abocarnos a tiempos oscuros de los que ya tenemos
conocimiento a través de la historia. Ojalá no tengamos que arrepentirnos de
haber parido un monstruo que en estos momentos, pese a sus pies de barro, nos
tiene presos.
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