jueves, 27 de diciembre de 2018

EL ELEVADOR


“No quiero que la gente sea muy agradable, pues así me ahorran la molestia de que me tengan que gustar demasiado”.
Jane Austen





Coincidimos en el ascensor. No hay otro lugar más anodino,incomodo e impersonal para encontrarse a alguien. Pero estábamos allí, en dos metros cuadrados con unos cinco años más a la espalda. Pulsó la tecla del ático, la cafetería, aún no me había visto. Yo iba al quinto, sección menaje. Al girarse, ya no quedó más remedio. ¿Qué tal? Preguntó, un qué tal que guardaba un mucho de turbación imprevista y otro tanto de intranquilidad a una respuesta que fuera más allá de lo cortés. Pero la inquietud reculó con un “bien, como siempre” y llegamos al quinto. La puerta se abrió sin hacer ruido. Él quedó dentro y yo me despedí, tocando ya el suelo, con un “nos vemos”. El aire se expandió de nuevo.  





1 comentario:

  1. Hay instantes de unos exiguos segundos, que podrían ser toda una novela.

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