domingo, 2 de diciembre de 2018

LOS REYES DEL MUNDO


Estas líneas rebosan tristeza. Lo que ama no le corresponde.
TEJU COLE, Cosas conocidas y extrañas




Intenta dar una vuelta alrededor del centro y sólo encontrarás turistas que buscan gangas, falsificaciones de marcas y ropa que se vende en los mismos países de los que vienen. No hay nada nuevo. La misma camisa, el mismo pantalón, la misma etiqueta globalizada y la misma sensación de estrechez de miras que el viajar no ha ensanchado en nada. Tú misma lo has sentido por ahí, en Varsovia viste en un escaparate los mismos pantalones que vestías y que habías comprado a miles de kilómetros de distancia dos años antes. A veces somos tan tontos como esos tipos que ahora mismo hacen grandes aspavientos frente a los escaparates de una tienda, que se repite a lo largo de todo el mundo, y no queremos verlo. La tontería es patrimonio universal de la humanidad, un rasgo que nos define aunque nos neguemos a aceptarlo sin ofrecer cierta estúpida resistencia. Porque el mundo ya no es mundo, ya no se concibe como aquella idea romántica, aventurera, que se escondía tras la idea de que más allá de nuestras fronteras había un algo casi inalcanzable que, por diferente, nos atraía de una manera poderosa. Pero al otro lado ya no queda nada distinto, es todo tan igual que si te despistas, aunque estés lejos de casa, siempre tienes la sensación de que llegarás a una plaza conocida, que girarás en la próxima esquina y que aquel café internacional rotulado en un idioma que no es el tuyo, es el mismo en el que cada tarde, al salir de trabajar, pides un capuccino para llevar. Quiero pensar que esta inmensa desgracia que lo ha igualado todo puede que esconda algún tipo de grandeza que yo aún no reconozco.




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