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lunes, 25 de mayo de 2020

ZAVALITA



"Nos han dejado sin secretos, mi amor. Esa soy yo, esclavo y amor, tu ofrenda. Abierta en canal como una tórtola por el cuchillo del amor. Rajada y latiendo, yo. Lenta masturbación, yo. Chorro de almíbar, yo.

Elogio de la Madrastra. Mario Vargas LLosa





Sin ser un momento para hacer extravagancias de vez en cuando se me ocurren algunas. Recuerdo que Sophie Calle decidió adoptar una cabina telefónica en algún cruce, no recuerdo cuál, de la calle Greenwich. En mi caso, después de semanas tomando el café en casa he salido para tomarme el primero en la cafetería de la esquina. No puede considerarse una excentricidad. Fase 1 - día 1, todo en orden. Esperaba encontrarme más parroquia, toda apostada en las mesas de la terraza y separadas por los dos metros de rigor, pero la sorpresa, sin ser mayúscula, sí que ha sido sorpresiva. Nadie sentado, nadie pidiendo a voces un café para llevar. Detrás de la barra, la espalda de un tipo que ordena botellas y aparta unos cupones del mes de marzo a los que no alcanzo ver la terminación. Están pasados, casi caducados y sin premio, lo sé porque es el mismo chico que ahora pasa la bayeta sobre un mostrador vacío y reluciente,  quien, abriendo mucho los ojos, lo dice como si en lugar de un par de metros nos separara una vida. 
Le pido un café, no lo quiero para llevar, lo quiero para sentarme y sentir la tensión que me produce cada vez que veo el autobús doblar la esquina y el olor a neumáticos se pega al hocico. Me lo deja sobre la mesa, sin distancia de rigor. Normal, para respetarla tendría que lanzármelo y no está la cosa ni siquiera para eso. Dos abuelos pasan con la mascarilla apuntalada bajo la nariz y un perro se mea en la esquina. El camarero resopla y sale con un botellín con el que rocía el orín. Nadie, nadie se acerca a la terraza, ni siquiera la atracción que a veces ejerce el ver  a alguien sentando hace el efecto. Igual es la invisibilidad madura. Yo qué sé. Me acuerdo de Sophie Calle y su adopción de la cabina. Podría adoptar la terraza, o la barra niquelada o incluso el perro meón si se dejara. Pero la cosa tampoco está para las gilipolleces que se me pasan por la cabeza, solo hay hueco para preguntarse, como dijo aquél: “¿En qué momento se jodió el Perú, Zavalita?".






domingo, 2 de diciembre de 2018

LOS REYES DEL MUNDO


Estas líneas rebosan tristeza. Lo que ama no le corresponde.
TEJU COLE, Cosas conocidas y extrañas




Intenta dar una vuelta alrededor del centro y sólo encontrarás turistas que buscan gangas, falsificaciones de marcas y ropa que se vende en los mismos países de los que vienen. No hay nada nuevo. La misma camisa, el mismo pantalón, la misma etiqueta globalizada y la misma sensación de estrechez de miras que el viajar no ha ensanchado en nada. Tú misma lo has sentido por ahí, en Varsovia viste en un escaparate los mismos pantalones que vestías y que habías comprado a miles de kilómetros de distancia dos años antes. A veces somos tan tontos como esos tipos que ahora mismo hacen grandes aspavientos frente a los escaparates de una tienda, que se repite a lo largo de todo el mundo, y no queremos verlo. La tontería es patrimonio universal de la humanidad, un rasgo que nos define aunque nos neguemos a aceptarlo sin ofrecer cierta estúpida resistencia. Porque el mundo ya no es mundo, ya no se concibe como aquella idea romántica, aventurera, que se escondía tras la idea de que más allá de nuestras fronteras había un algo casi inalcanzable que, por diferente, nos atraía de una manera poderosa. Pero al otro lado ya no queda nada distinto, es todo tan igual que si te despistas, aunque estés lejos de casa, siempre tienes la sensación de que llegarás a una plaza conocida, que girarás en la próxima esquina y que aquel café internacional rotulado en un idioma que no es el tuyo, es el mismo en el que cada tarde, al salir de trabajar, pides un capuccino para llevar. Quiero pensar que esta inmensa desgracia que lo ha igualado todo puede que esconda algún tipo de grandeza que yo aún no reconozco.




domingo, 23 de septiembre de 2018

LA BOLSA DE LA COMPRA



Leve es la parte de la vida 
Que como dioses rescatan los poetas. 
El odio y destrucción perduran siempre 
Sordamente en la entraña 


Luís Cernuda





Cada vez se acostaban menos pero las veces que lo hacía casi siempre eran de una manera  concertada, aunque sin decirlo, sin palabras expresas, utilizando gestos, frases que sin decir decían. Con la sábana aun fría cubrían el pudor y era algo extraño, después de tantos años. Se habían visto desnudos cientos de veces, pero se cubrían con un recato incomprensible. Hacían el amor desde la distancia, sin que ni uno ni otro estuviera allí. Él rebuscaba en su cabeza imágenes sugerentes que veía por ahí y le ayudaban a mantener los escasos minutos que duraría aquella coreografía mil veces repetida. Ella se entretenía en un pasado distinto y pensaba en cien cosas a la vez. Se abrazaban y en ese abrazo desmayado el cuerpo se le transformaba dejándola, por un momento, colgada de sí misma. Era cuestión de unos pocos minutos que todo terminara y con la habitación en una penumbra, continuaran su historia de idas y venidas, de listas de compras que se reproducen cada día, de reuniones escolares y vacaciones que no llegaban nunca. Durante semanas fingían normalidad en un proyecto infinito en el que ninguno de los dos estaba seguro si creían. Pasaban los meses mezclando la resignación con las ganas, el amor con el descontento y los días cayendo en un saco que remendaban como podían, con torpeza, y esperando algo que ninguno de los dos sabían lo que era.



domingo, 26 de noviembre de 2017

ENTRE EL ENSUEÑO Y LA NADA



Ella se está haciendo vieja.
Su cuerpo le dice todo.
Ha dejado a un lado los cosméticos.
Ella es una prisión de la verdad.

Leonard Cohen





Llegaste sin que nadie te esperara. Cruzaste el umbral sabiendo que a partir de ese momento ya no podrías volver a deshacer el camino sin dejar por ahí, entre el ensueño y la nada, la vida entera. Y ahí estabas, frente a la puerta, la  viva imagen de un viejo confinado entre corazones mansos. Llegaste cuando apenas quedaba nada que no fuera el resto de una existencia mediocre tocada por el gusto de la carne y la locura de la sabiduría entonces ya indolente. Pero llegaste para reconocerte entre la piel tibia, el aire espeso y la conciencia de que el fin del mundo se precipita entre las esquinas muertas cuando no estás aquí.


domingo, 12 de noviembre de 2017

RELENTE





Lo que hace soportable la vida es la idea
 de que podemos elegir cuándo escapar.

Enrique Vila-Matas




Arrastrarse por su espalda para respirar de su cuello los restos de un día espeso que esconde un cuerpo aturdido. Acariciar las porciones rotas, descompuestas en mil, que no simulan nada y que volverán a armarse en cuanto aparezcan los primeros destellos de luz y se cierre la puerta. Quedará, entre las sábanas, los resto de una noche extraña, el murmullo de lo obsceno y el relente de los que solo buscaron un poco de paz, un poco de descanso, sin importar nada más.






domingo, 15 de mayo de 2016

MUJERES QUE ABRAZAN POR DETRÁS


No me arrepiento en absoluto de haber corrido todos
 los riesgos por aquello que me importaba.
Arthur Miller




Mis desaparecidos viajan de un lado al otro del globo, dejando cartas en los buzones que andará viendo mundo, perdidas por ahí, sin ningún destino. Decía Jünger que a sus muertos siempre los pensaba como si estuvieran vivos.  Mis desaparecidos viajan a su aire mientras en mi pensamiento van recreando una biografía futura que nunca será la suya. Una vida en un universo paralelo a la que no podrán reprochar nada, porque nunca volverán para desenmascarar ese juego que permite dulcificar sus ausencias.