sábado, 14 de marzo de 2020

BICHOS Y DEL COVID-19





Ha llegado el momento de los problemas de verdad. Hasta ahora jugábamos a los quejicas, a protestar y crear fantasmas y miedos donde no debía de haber otra cosa que el fluir de una sociedad adulta. Los más mayores de nuestra sociedad vivieron si no una guerra, una posguerra que les obligó a enormes sacrificios. Pero nosotros, los baby boom y generaciones posteriores, hemos sido los niños bonitos, los señoritos de la abundancia y de las libertades que han inventado el sufrimiento social porque teníamos bastante poco de que quejarnos. Somos los malcriados de una sociedad occidental y moderna donde las necesidades están cubiertas. Pero la vida nos ha puesto ahora en la tesitura de una pandemia que nadie esperaba y que nos obliga de verdad, y por primera vez, a ser cuidadosos, a ser solidarios y  a dejar de comportarnos como unos seres caprichosos.
Tenemos que reorganizar nuestro día a día, cuidarnos nosotros para así cuidar de los demás. Ahora más que nunca, con nuestros mayores expuestos a sufrir las consecuencias de algo nos cuesta entender, que nos va a costar controlar, nos toca atenderles de la mejor manera posible. Se lo debemos.
En España viven muchos ancianos solos que estos días aun lo va a estar más. Es hora de echar mano de la imaginación, de la creatividad y de la solidaridad. Nuestros mayores nos necesitan. Cuidarles desde la distancia, cuando no se pueda de otra forma, también es cuidar. Debemos seguir atendiéndoles cuando lo precisan, extremando las medidas de higiene, de distancia y sanitarias que nos vayan anunciando y escucharlos porque ellos, como nosotros, saben que son los más expuestos y que les puede ir la vida con ello. Hacerles la compra, controlarles las medicaciones y recordarles que deben tomarse la temperatura, llamarles por teléfono, instalarles conexiones a internet en tabletas y portátiles para que pueda conectarse cuando lo precisen y sientan la necesidad ver y ser vistos; y si se puede, sin las circunstancias médicas lo permiten, acercarse a su casa y darles nuestra compañía.
Todo eso, que es muy sencillo, les puede aliviar en estos días. Ellos nos han cuidado, han cuidado a nuestro hijos. Ahora les toca a ellos ser quienes reciben nuestras atenciones de una manera exquisita.
Por primera vez tenemos un reto importante de verdad. Comportarnos como seres humanos decentes, solidarios y evitar que esta catástrofe que nos toca vivir se nos lleve por delante. A ver si por una vez sabemos estar a la altura.



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