domingo, 28 de marzo de 2021

GASOLINA

 



Necesitas un poco de gasolina. Lo notas. Es primavera y puede que sea cosa de la astenia, aunque seguramente no. La monotonía se ha multiplicado por dos en el último año y anestesiarla cuesta. Bicheas por internet un rato, lees un par de artículos y te aburres. Miras las redes y Rociito, con su historia, las llena de principio a fin. Cierras el portátil. Sales a regar las plantas como premio de consolación y de fondo se escucha una televisión. Le pides a Alexa que suba el volumen y el patio se llena de primavera. Suena una notificación. Es un correo, en domingo, una maldición seguro. Te invitan formalmente a que aportes tu opinión sobre el tema de moda, obviamente, de manera gratuita. Su negocio está en que tú les llenes las páginas gratis mientras ellos accionan la manivela de la publicidad. Pasas. Remites una contestación breve y a otra cosa mariposa. Y no es solo porque te parece un abuso, que lo es, sino también porque hay que resistirse a desgastarse con quienes creen que verdad solo hay una y que frente a ella no cabe contradicción. Juzgar a la moda es remover los chismes hasta que huelen y hacer un auto de fe de la opinión de cualquiera que convenga. Pero con las opiniones pasa como con los culos, todos tenemos una y valen menos que cero cuando no se conocen las circunstancias concretas de las cosas. La especulación queda para el que la quiera y tú no tienes ni tiempo, ni ganas. Es primavera. Pasas la tarde mariposeando por casa, sabiendo que mañana te arrepentirás de la falta de voluntad, de la tendencia a la procrastinación y de lo mucho que te gusta ver películas antiguas. Buscas algo, consensuas y te tumbas pensando que mañana será otro día y que penarás la vagancia que te acompaña. Abres la ventana para que pase un poco de aire fresco. Cantan gol y la cierras. Mañana volverás a regar las plantas. Es lo que hay.



2 comentarios:

  1. Vya, eres demoledora con el existencialismo.Qué diría de ti Jean-Paul Charles Aymard Sartre. No śe.

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  2. No sé qué diría pero a mi plim como diría Carmen Ordoñez Dominguín.

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