Hay una canción de Sabina en la
que su protagonista, envuelto por el humo de miles de cigarrillos y el vaho
confuso de otros tantos tragos largos (así lo imagino yo), se consume ante la ausencia
de la persona querida. Un vacío similar a la que puede sentir una isla sin Robinsón.
Sin necesidad de quemarme los
pulmones, ni de moverme de la silla que hoy me esclaviza, sé de vacíos febriles,
incongruentes, imposibles, necesarios, casi incomprensibles. Vacíos que apenas
tienen nada que ver con el amor, y mucho con el querer, con la pérdida del roce
de lo invisible que tienen los momentos de intimidad en la que no cabe la piel.
Y es que no todo es el amor, o sí.
Estos son días de reflexiones y quizás lleguen los recuerdos y las ausencias. Por eso es bueno tener un hermano gallina, de sangre o no, pero que tenga abrazo emplumado para compartir complicidades.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo :)
ResponderEliminarAnita. Yo creo que no todo es amor.
ResponderEliminarUn abrazo.
No, no todo es el amor, kenit querido.
ResponderEliminarBss
Hola amig@,
ResponderEliminarTe visito porque los temas de tu blog me resultan interesantes y útiles para mi propio aprendizaje en lo personal.
Te agrego a mi lista de blogs útiles, y si te apetece, puedes visitarme
en felicidadenlavida
Un fuerte abrazo y espero nuevos temas, para continuar disfrutando de la lectura.
Muchas gracias.
ResponderEliminarLo haré. Un saludo
Pues a mi me encanta lo de la gallina pero debo de ser raro.
ResponderEliminarNo te preocupes Alfredo, aquí otra rara. Lo de la gallina es una genialidad. No son pocas las veces las que la que suscribe hecha de menos algunos huevos. Bss
ResponderEliminar"Echar" claro. Maldito corrector.
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