lunes, 9 de marzo de 2015

MANÍAS



La vitalidad se revela no solamente en la capacidad de persistir 
sino en la de volver a empezar.


Quizás deberían perder unos minutos de su tiempo, solo los casi ocho que dura la maravilla que empieza este texto. Quizá después de escucharla verán que lo de "perder el tiempo" era sólo una manera de hablar. 
Cada cosa tiene su tiempo, su momento preciso y adelantarse a su curso siempre nos coloca sobre la cuerda floja de las oportunidades que, casi siempre, se nos muestran esquivas cuando somos nosotros quienes pretendemos manejarlas. Jamás felicito un cumpleaños por adelantado, ni me congratulo por el futuro nacimiento de nadie hasta que la criatura en cuestión está en brazos de sus padres. Cada uno somos el producto de lo vivido.
Con el tiempo, ese espacio temporal que nos controla, he aprendido que bromas y seguridades las justas. Desde que empezó el año son muchos los días que he ido tachando, siempre hacia detrás, y contando poco hacia delante. Una especie de superstición, es lo que tú tienes, me apuntaban hace unos días. Pero no creo que sea eso, sino todo lo contrario. Quizá un miedo a que adelantando las cosas, las alegrías sobre todo, no acaben de llegar y queden tiradas por el camino.

Esta manía, costumbre (ya debo reconocerla como tal), adobada por los años que pasan, los míos propios incluidos, no hacen que olvide que tengo unos cuantos cumpleaños pendientes que no felicité y alguna otra cosa que dejé por el tintero. Así que para conjurar, también, el mal rollo que me dan los olvidos, dejo aquí un presente menudo y personal en forma de música (mi música), que creo que puede compensar mi, en ocasiones, accidentada cabeza.


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