“Como siempre ocurre con los libros que hacen época pusieron
palabras a lo que antes habían sido intuiciones, percepciones, sentimientos”.
Karl Ove Knausgard
Nadie dijo que
la cosa fuera a ser sencilla, ni siquiera ellos lo dijeron, porque la cosa en
sí misma empezó siendo poca y sin mayor trascendencia. Solo el tiempo, la
empatía y un par de coincidencias curiosas, los convirtió en imprescindibles
dentro de lo accesorio. Porque todo, al final (y al principio también) es
prescindible e intercambiable (si uno tiene suerte). En definitiva, caduco. Por
eso, al final, como cualquiera hubiera podido prever salvo tal vez ellos
mismos, la cosa quedó suspendida ahí, en el aire, porque no hay cosa por menuda
que sea que se sostenga eternamente y baje al suelo cuando uno silba y el otro
mira al cielo.
Pero aun
sabiendo de lo pasajero que es todo, siempre (también al principio y al final), quedan
algunas cosas y esas, aunque las manos reposen sobre el regazo un
tanto confusas, deben contabilizarse en el activo. Aceptarse a beneficio
de inventario y continuar.
las cosas que se sostienen en el aire, son como globos.
ResponderEliminarSiempre escribes bien, Anita.
Un abrazo.