domingo, 17 de mayo de 2020

LA NUEVA NORMALIDAD








Constato que las noches son más cálidas de lo habitual, el sofoco me despierta sintiendo el cuerpo empapado. Faltan meses para el verano, pero en mi cuerpo hace semanas que el trópico se instala a medianoche y sobreactúa cuando, en realidad, está entrando en su otoño a empujones. Es la nueva normalidad. Mirlos que sobrevuelan los tejados, silencios que abruman, desesperanza en un futuro que nos coge con el pie cambiado y con un camino que se complica, que nos limita y amenaza con llevarse por delante buena parte de nuestras libertades. En la nueva normalidad, la realidad se tapa con engaños, verdades a medias y sectarismo a manos llenas. Pedir transparencia, información veraz, transparencia y la motivación de las resoluciones que restringen los derechos de los ciudadanos, se considera por algunos un ataque al funcionamiento (anormal) del Gobierno. Algunos intentan apropiarse de los derechos de los otros, como si la libertad, el derecho a la crítica no nos perteneciera a todos. El apoderamiento de los derechos en favor de unos cuantos, con exclusión de otros, es el principio de totalitarismos que llevan a la destrucción del bienestar social y de la convivencia. Y me encantaría poder confiar en quienes nos dirigen, encontrar cierta tranquilidad, pero el día a día no lo permite. En nuestra” nueva normalidad”, la política se agazapa tras el maquillaje de los datos y vende falsedades que se destapan sin que pase nada mientras pretenden mantenernos callados.  Las hordas defensoras de la “nueva normalidad” señalan con el dedo, intentado ocultar con la yema el brillo de la luna. Pero la luna, como los derechos, son de todo. El hartazgo social empieza a ser importante y con motivo.



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