Lo soñé semanas atrás y lo anoté como algo anecdótico. No volví a acordarme de nada hasta que esta mañana, mientras buscaba en mi dietario un hueco en el que anotar mis deudas, encontré esa historia que un día soñé y que anoté por inverosímil.
Al final resultó no ser tan improbable.
Sorprendentemente, sabemos más de lo que creemos saber, incluso de los que nos gustaría saber, y viene a mi cabeza un fragmento de “Muerte de un viajante” de Arthur Miller mientras me desnudo frente al espejo y ni siquiera me veo.
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Willy-(Pensativo.) Trabajó uno toda la vida para comprar una casa, y cuando, por fin, la casa es ya de uno... no hay quien la viva.
Linda-¿Y qué le vas a hacer? Así son las cosas. Y la vida sigue su camino.
Lo de la casa que no tine quien la viva.
ResponderEliminarQué cierto, Anita.
Un abrazo.
Sí. Muy cierto.
ResponderEliminarBesos Kenit
Es cieto, pero la vida, demasiadas veces, es comprar esa casa... (y vuelta a empezar)
ResponderEliminarEs posible.
ResponderEliminarBienvenida Nola :)
Lo importante Anita es que la vida sigue su camino.
ResponderEliminarY, sobre todo, que el aire sigue sorprendiéndote.
Eso es bueno :)
Lo único que la para, la vida, es volverse insensible.
ResponderEliminarGracias MdlMar
“Muerte de un viajante”, de una tristeza tan real. Abrazo.
ResponderEliminar¿Cómo te vas a ver frente al espejo, si está siguiendo tu camino, fuera de esa casa que da igual que sea tuya.
ResponderEliminarAbrazos.