martes, 8 de enero de 2013

DE LA MEDIOCRIDAD -EL CIERRE DE LA LIBRERÍA CATALONIA-



En los días que estamos viviendo, el cierre de negocios no es nada que nos sorprenda, bien al contrario, cuando pasamos frente  sus puertas cerradas a cal y canto, con el cartel de "traspaso", "local en alquiler", un automático “otro más”, se nos tatúa en la retina y, día a día, la lenta agonía de un modo de vida se nos va convirtiendo en algo corriente.


Para muchos, el cierre de la “Librería Catalonia” (fundada en 1.924), puede que sea “otro más”. Sin embargo, el final de esta emblemática librería de la ciudad de Barcelona es la manifestación más evidente, no sólo del mal momento económico por el que atravesamos todos, sino del inicio del fin de un modo de entender el mundo de los libros, incluso de una forma de ver la vida que desaparece para no volver.


El ritmo de nuestras vidas ha cambiado de un modo tremendo, la fisonomía de nuestras ciudades aún más. La modernidad ha ahogado, de un modo casi dramático, las cuestiones reposadas, y la inmediatez de lo breve nos seduce maliciosamente alejándonos, peligrosamente, de lo fundamental, del tiempo para pensar, para reposar, para madurar las cuatro ideas que vagan por nuestra cabeza, en definitiva, para vivir.



El final de la “Librería Catalonia” es otro eslabón en la cadena del cierrel continuado de librerías de verdad. Liberarías en las que los libreros hablan de libros, saben, conocen y disfrutan hablando de ellos. Son muchas las que ya han ido cayendo: la Librería Platón, la Librería Francesa, Herder, Cinc d’Oros, Ancora y Delfín. Todas ellas formaban parte del paisaje de los lectores barceloneses. Con su desaparición han ido dejando huérfanos a los verdaderos lectores de esta ciudad, esos que no se conforman con cualquier cosa y que, antes de escoger su próximo libro, su viaje en la imaginación, buscan minuciosamente entre los estantes, leen párrafos enteros de esos libros que, en el mejor de los casos, no les dejarán indiferentes, y cuyo empuje de papel les llevará de nuevo a cruzar la puerta de esa librería que puede que forme parte de su vida.


Corren malos tiempos para muchas cosas, entre ellas para los libros. El cierre de estas librerías dará ventaja a las impersonales cadenas de ventas de libros que seguirán vendiendo bestsellers que regalar en cualquier festividad, que decorarán y criarán polvo en descuidadas librerías, y que incluso pueden llegar a calzar alguna que otra mesa coja. 
La mediocridad es una ola gigantesca que lo arrasa todo.

6 comentarios:

  1. Si que es una pena.
    Conocía esa librería.
    Un abrazo.

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  2. Sí que lo es, y empieza a ser como una epidemia.
    Un abrazo Kenit

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  3. Qué pena, de verdad.
    Y lo que dices sobre las librerías impersonales es tan real... En una ciudad de provincias como la mía la mediocridad (en este aspecto, y en otros) crece a paso agigantado, arrasando y sin mirar atrás.
    :(

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  4. Exactamente como aquí, agravado por el anonimato de lo inmenso.

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  5. Si, pero cuantas bibliotecas de la diputación hay en Barcelona? , un montón y con cantidad de libros y luego tienes La Central (2 muy grandes) y Laie que son muy buenas, ya solo compro en la Central, lo que no tienen ellos no lo encuentras, así que he dejado de visitar el resto de librerías, en ocasiones paso por la de Jardinets pero poco.
    Colocan un Mcdonals en la Catalonia, realmente es patético

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  6. Hay muchas Francis, eso es cierto, algunas mejor dotadas que otras pero es verdad que es una fuente inestimable de acceso a buena literatura. Pero una cosa no quita la otra y es francamente triste el cierre de los comercios que son parte de la historia, del paisaje, de una ciudad. Y estoy de acuerdo contigo, "La Central" es muy buena librería por la que a mí, particularmente, no me importa perderme.

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