Dar consejo al hombre avisado es superfluo; darlos al ignorante es poca cosa.
Séneca
“Te voy a ser sincero…” Cuando alguien empieza una conversación de ese modo puedes levantarte y empezar a buscar en la rebotica las mejores tiritas, el mejor anti-inflamatorio, que puedas encontrar porque, a buen seguro, no saldrás indemne de ese pronto que, sin quererlo tú, te mostrará una intimidad desnuda, unos pensamientos y unas emociones que quizá preferirías no saber. La sinceridad tiene un doble filo como la más peligrosa de las dagas, y bajo la apariencia de una bondad encomiable se esconde una verdadera trituradora.
Dudo
de la necesidad de ser siempre sincero. La sinceridad debe dosificarse porque, como el mercurio, envenena y pocas veces cura nada. No son pocas las ocasiones
en las que me pregunto el motivo por el qué alguien decide desnudarse ante
otro sin parapeto, ni para él, ni para el que tiene en frente. La respuesta
que casi siempre me he dado ha sido la misma, la necesidad de liberar el peso
de su conciencia. Los ataques de sinceridad nunca aparecen de modo espontáneo. Es el reconcome interior que no deja vivir el que suele acabar abocando a
confesiones casi siempre perturbadoras.
Por
eso, algunas cualidades aparentemente loables del ser humano deben ser usadas
con cuidado. Hay algunas sinceridades que no son necesarias o, siéndolo, sus
consecuencias van a ser tan catastróficas que bien merecen ser ahogadas con un
trago de vodka, un somnífero o una confesión a la nada.
Te voy a ser sincero...
ResponderEliminarLa entrada está muy oportuna,en estos tiempos donde casi es preferible cierto grado de falsedad, y el tema de Billie como todos los suyos, sinceramente bueno.
lo peor es cuando te te dicen, después de una pausa, con el cielo gris.
ResponderEliminar--YA TE LO DECÍA YO.
Un abrazo ligero.
Yo no diría tanto de falsedad, sino de sana prudencia. Un abrazo Amando
ResponderEliminarPues sí Kenit, ese"ya te lo decía yo" es para que se lo metan, con perdón, en el culo. Bss
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