Días en los que uno sólo quiere que le rasquen el hocico, le
acaricien el lomo y le digan “No pasa nada, estoy aquí".
Días en los que uno se da cuenta que no tiene hocico, ni lomo
y que sí que pasa.
Días que uno tiene claro que como no se las apañes por sí mismo, lo
tiene claro.
Esos días.
Esos días.
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"Sí, he sido mi padre y he sido mi
hijo, me he planteado preguntas y las he contestado lo mejor que pude,
me he hecho repetir, noche tras noche, la misma historia, que me sabía
de memoria sin poder creerla, o nos íbamos, cogidos de la mano, mudos,
sumergidos en nuestros mundos, cada uno en sus mundos, con las manos
olvidadas, una en la otra. Así he sobrevivido, hasta el presente. Y aún
esta noche parece que todo marcha bien, estoy en mis brazos, me sostengo
entre mis brazos, sin mucha ternura, pero fielmente, fielmente.
Durmamos, como bajo aquella lejana lámpara, agotados, por haber hablado
tanto, escuchado tanto, penado tanto, jugado tanto".
-Textos para nada -Samuel Beckett
Tristeza suma, soledad desesperada, fatalismo total.
ResponderEliminarBesos
Hay días así, pero no importa.
ResponderEliminarUn abrazo.