El ser humano es increíble y, permanentemente, sorprendente. Nos
dejamos llevar por lo común, lo corriente y nos perdemos lo que está un
poco, sólo un poco, más allá de nuestro acá. Tenemos cerrado el ángulo visual y
el mental. Vamos por la vida colocando las manos al lado de los ojos,
focalizando el aquí. Ver más allá puede hacer daño, descolocarnos, alucinarnos y,
como es el caso, situarnos frente a algo, un fenómeno que nos haga
tambalear ideas preconcebidas. Esta
semana cayó en mis manos un regalo: ¿Qué tienes debajo del
sombrero? Y digo un regalo porque lo ha sido en dos aspectos: en el material porque quien me lo entregó me dio una alegría del quince,
y en el inmaterial porque ha provocado una pequeña revolución en mi
pensamiento. Así que hoy ando doblemente agradecida. ¿Qué
tienes debajo del sombrero? es un documental escrito y
dirigido por Lola Barrera e Iñaki Peñafiel.
La producción ha corrido a cargo de ellos mimos y de Julio Medem.
En
este documental sus autores nos cuenta la historia de Judith Scott,
una escultora norteamericana de 62 años a la que le llega el
reconocimiento internacional después de vivir 36 años en una institución
psiquiátrica. Judith tiene síndrome de Down y es sordomuda. La historia de este
documental la cuenta su hermana gemela, Joyce, que no tiene ninguna
discapacidad. Judith Scott es hoy mundialmente reconocida.
Estuvo en el Creative Growth Art Center de
California. Barrera y Peñafiel se desplazaron hasta
dicho centro para rodar, y allí descubrieron la existencia de personas
con idénticas o parecida situación a la de Scott, personas que, pese al
aislamiento que sus discapacidades les produce, han encontrado la posibilidad de
expresarse mediante las obras que crean. Un documental espectacular, que
huye de lo facilón que sería caer en lo condescendiente o en lo
blandengue. La filmación nos muestra un mundo distinto, lejano; el mundo
del silencio en el que viven estas personas, su entorno repleto, en algunos casos de severas
discapacidades. Yo no entiendo ni jota de escultura, sólo sé decir lo que me gusta
o lo que no me gusta. A priori, las obras de Scott impactan.
Un inmenso ovillo que contiene en su interior, por ejemplo, un par de
zapatos. Obras que desde del exterior pueden parecer una castaña sin igual pero que
en su interior encierran un mundo que la autora decidió fuera de esa manera y
no otra. Una manera de expresar de áquel que no tiene otra manera
para hacerlo.
Debo reconocer que ando alucinando. Empecé a hacerlo cuando pude ver
que a los ovillos de Scott le hacían radiografías para conocer, observar, el universo que había decidido encerrar ahí dentro. Y aluciné, de
verdad que aluciné. Y no sé si son preciosos o no, si son obras de arte o no.
Yo sólo sé que lo que vi ha dado la vuelta a un interruptor que tenía dentro.
Y creo, aunque no lo sé, que eso tiene que ver con el arte. Puede que me
equivoque, sólo soy una persona profundamente ignorante, que lo desconoce
prácticamente
todo.
El ser humano es brutal. Nuestro desconocimiento de todo es tan grande que eso que existe y no conocemos puede llegar a asustar. Si quieren alucinar utilicen, que no gasten, setenta y cinco minutos de su tiempo en sumergirse en un mundo que puede que les deje perplejos como a mí, que perdurará en su cabeza más allá de lo que dura la filmación porque, sin lugar a dudas, lo que vemos nos muestra mucho y nos hará pensar mucho más. Salud. Ah! Y si quieren saber qué es lo que Judith Scott tiene debajo del sombrero tendrán que ver el documental, no es algo que se toque, pero yo no se lo voy a contar. Lo ven y si quieren luego lo hablamos.
Este texto pertenece a una serie de escritos que en su momento se publicaron en el blog Ese invento del demonio (Julio 2010)
El ser humano es brutal. Nuestro desconocimiento de todo es tan grande que eso que existe y no conocemos puede llegar a asustar. Si quieren alucinar utilicen, que no gasten, setenta y cinco minutos de su tiempo en sumergirse en un mundo que puede que les deje perplejos como a mí, que perdurará en su cabeza más allá de lo que dura la filmación porque, sin lugar a dudas, lo que vemos nos muestra mucho y nos hará pensar mucho más. Salud. Ah! Y si quieren saber qué es lo que Judith Scott tiene debajo del sombrero tendrán que ver el documental, no es algo que se toque, pero yo no se lo voy a contar. Lo ven y si quieren luego lo hablamos.
Las obras de Judith son fantásticas, emociona ver que ha podido romper su terrible aislamiento por medio del arte, y qué talento, ¡increíble!
ResponderEliminarGracias por compartir esta preciosa historia, Anita Noire, te invito a hacer una visita a las mías en:
http://alopez-delderechoydelreves.blogspot.com/
Sí, es increible.
ResponderEliminarConozco tu blog Assum. Te visito con frecuencia :)