"Como no he tenido hijos, lo más importante que
me ha sucedido en la vida son mis muertos, y
con ello me refiero a la muerte de mis seres queridos".
La literatura está
llena de libros que hablan de la muerte, de la perdida y del dolor que produce. Historias que narran como personajes, no solo
de ficción, se ven en el difícil trance de tener que sobreponerse a la muerte
de su compañero en la vida.
Llegados a este punto
podría parecer que el libro de Rosa Montero “La ridícula idea de no volver a
verte”, es una historia más sobre la muerte, sobre la pena y el duelo, pero quedarnos en lo superficial de esta apreciación es hacerle muy poca justicia. Lo cierto es que
el libro va mucho más allá de lo que aparentemente parece. La novela de Montero es un libro que al pasar de sus páginas se va creciendo y pasa por distintos estadios, acercándose en algunos momentos al ensayo, sobre la vida de Madame Curie (centrado gran parte de él, en el momento del falleció su esposo Pierre Curie), y en otros, entremezclados con lo anterior, a un breve relato sobre la experiencia vital, emocional, de la propia Montero tras la muerte del fue su compañero durante más de veintiún años. Mediante su lectura,
el lector, espectador ajeno, consigue centrarse en la reflexión de
sus propias pérdidas (de eso doy fe), adentrarse en la de lo sustancial de las
relaciones personales y de la relevancia fatal que pueden tener hechos o
circunstancias que inicialmente carecen de mayor trascendencia, como puede ser
una sencilla y estúpida disputa familiar que la fatalidad, inesperada, acaba colocando
en el puesto del último hecho común. El epílogo del compañero amado. Hechos insustanciales,
inicialmente irrelevantes pero que tras la tragedia, dejan al otro, al sobreviviente,
desasido de por vida y sin la posibilidad de rebobinar para repetir, una y otra
vez, lo que se le ama. Así murió Pierre Curie, así quedó Madame Curie.
La escritora, con una
naturalidad que permite que la intimidad que transmite la novela no parezca
impostada, consigue que el lector baje, de su mano y de la de Marie Curie, hasta el infierno del dolor, tocar fondo y a partir de ahí
remontar para continuar viviendo con la ausencia del ser querido.
Pese
a lo que pudiera parecer, no nos encontramos ante una novela triste, ni ante un
manual de como sobrellevar una pérdida esencial. No es un libro sobre el duelo, sino un libro que nos permite la reflexión sosegada desde la distancia del
dolor ajeno.
El
estilo sencillo, directo, no puede agradecerse más. La mezcla de la propia
experiencia con la vivida por la científica Curie, emociones, sentimientos que
dejó recogidos en las escasas hojas que durante un
año escribió en un apasionado diario al enviudar, no chirría en momento alguno, sino todo lo contrario,
pues la escritora conjugan perfectamente aquella historia con la evocación
íntima de su propio recuerdo.
Pero
la maravilla del libro no solo radica en el hecho de poder hablar de la muerte,
del dolor, del amor, del duelo, sin que nos encontremos ante un texto fúnebre,
sino que está, precisamente, en hablar de todo ello, conmoviendo al lector pero manteniéndose en la serenidad de la calma que transmite la propia escritora, generando de ese modo en el lector un estado que le permite la reflexión sin perder el hilo de la propia historia que contiene la novela.
A
destacar la inmersión que la autora realiza en la vida de Marie y de Pierre
Curie, de las dificultades por las que ambos atravesaron para llevar adelante
sus investigaciones en química y física, de la puesta en evidencia del
maniqueísmo de una sociedad que toleraba, porque no podía defenestrar, la
independencia de una mujer fuerte, resolutiva, aparentemente fría, que en lo
personal, como suele ocurrir en muchas más ocasiones de las que creemos, latía
un temperamento apasionado. Para no perderse, tampoco, las fotografías que lo
acompañan y que ilustran una vida excepcional.
Un
libro íntimo, conmovedor, que no puede dejar a nadie indiferente.
"A veces tengo la idea ridícula de que todo esto es una ilusión y que vas a volver. ¿No tuve ayer, al oír cerrarse la puerta, la idea absurda de que eras tú?"(* )
*Fragmento del Diario de Madame Curie
Texto para la web: www.masquepalabras.info
Pues a mí me ha parecido una obra más original que sincera. Indudablemente bien documentada y estructurada, es, asímismo, amena (pese a ser "bi-biográfica" no aburre en ningún momento). Creo que Montero ha echado el resto en la parte de Curie pero que se ha reprimido hasta lo indecible en lo tocante a ella misma. Está claro que no tiene porqué contar sus intimidades a nadie, pero ya que utiliza una fórmula tan atractiva como la de dos biografías paralelas de dos mujeres que en lo profesional nada tienen en común, y en lo personal solo el haber tenido una pareja que se les murió, debía haberla explotado más, y si no, para qué se mete. Pese a todo, recomiendo también su lectura.
ResponderEliminarYo no creo que no sea sincera, pero sí creo que su historia, la de Montero, padece de un gran pudor que ella misma reconoce en su libro, creo que ese pudor a lo propio intenta compensarlo como dices, echando el resto en Curie, parte en la que estoy segura hay más de ella que de la científica. Para qué se mete? pues tal vez la necesidad de una inicial catarsis con ella misma. Bss
ResponderEliminar