Uno quisiera simplemente vivir y envejecer,
pero al final termina buscando razones.
Acabo de descolgar el cartel mental de “Cerrado por
vacaciones” de las vacaciones más cortas de mi vida. Rehago la lista de propósitos, como si se tratara del año nuevo,
pero solo tengo uno:
Sacar el polvo a algunas cosas, y otras meterlas, definitivamente, en el contenedor del reciclaje.
Que empiece el baile y el que quiera bailar, sin prisa pero sin pausa, que se suba al carro.
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