viernes, 1 de agosto de 2014

SAMARKANDA


Que una cosa sea verdad no significa que sea convincente, ni en la vida, ni en el arte.


El problema de tomar decisiones que solo materializan lo que otro ya ha resuelto por ti es la flaqueza en la determinación. Cualquier mínimo movimiento en la partida de aquel puede llevar a cuestionarte si lo decidido no ha sido precipitado. Se genera una duda espesa sobre la interpretación de las cosas, de las minúsculas percepciones que te llevaron hasta allí, que escuece. Pero la flaqueza dura lo que duran los espejismos engañosos porque la realidad es la que es, aunque uno intente esquivarla para no dolerse.

Dicen que en Samarkanda se encuentra la piedra que esconde la verdad sobre los afectos y que los Dioses, después de una feroz batalla con el hombre,  la cubrieron con un lienzo de seda  y la enterraron bajo la arena del desierto para que nadie pudiera dar jamás con ella. Desde entonces la zozobra  y la duda nos gana la partida.





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