martes, 17 de enero de 2017

SOMANTA DE PALOS Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN



Si no creemos en la libertad de expresión para la gente
 que despreciamos, no creemos en ella para nada.
Noam Chomsky




Por esta parte del mundo se vive, pese a que algunos claman a feroces retrocesos, un momento histórico de esplendor por lo que a derechos se refiere. Nunca antes las personas habían gozado de un abanico tan amplio de derechos y libertades, al menos desde un punto de vista formal. Entre esta consagración de haberes personales, circulan lo que algunos consideran “sus derechos” que no son más que prerrogativas que se irrogan algunas personas pero que de derecho tienen más bien poco. En la cabeza, de esta marcha de entes o sucedáneos de derechos, está el insulto fácil y la falta de respeto a los demás que algunos intentan cubrir con el  manto de la libertad de expresión para que la cosa quede como lo que en realidad no es.

Parece que cualquiera puede soltar por la boca, o por el teclado, aquello que le parezca oportuno sin tener en cuenta que cuando ejercitan ese “derecho” a insultar o a menospreciar a otro (o en términos de derechos, la obligación), la consecuencia a soportar no es otra que la de tener que lidiar con que alguien le salga respondón y le zurre (también en el ejercicio de su legítimo derecho a replicar lo que quiera), una buena tunda cargada de razones o incluso sin ellas. Por lo general, a los lenguaraces las somantas de palos que más les duelen son las que van cargadas de argumentos; las que aparcan fuera de su contestación el insulto y la chanza facilona. Los sopapos argumentados duelen, sobre todo en el amor propio del vociferante. El ejercicio de “derechos” comporta que te puedan dar tanto como pretendías dar, sino más. Algunos tienen la lengua demasiado larga para lo fina que tienen la piel, por eso les escuece hasta el tuétano cuando no se les ríen las gracias de enfant terrible trasnochado al que solo le queda volver a la casa de la complacencia pública y graciosa a lamerse las heridas, aunque no sea navidad.






1 comentario:

  1. Básicamente, estoy de acuerdo. Y aún diría más, qué hay de la libertad de algunos individuos de hablar a grito pelado en las bibliotecas o de poner los pies en los asientos de los tranportes públicos? ein?
    Ah, seres totalmente libres
    Ya te digo...

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