Vaya por delante que yo a mi familia les quiero, muchísiiiiiiiiisimo pero, para que negarlo, la convivencia hace mella. He aprovechado la semana santa para verme con aquella familia que a lo largo del año es complicado ver. Tenía tantas ganas de verlos, tantas ganas de abrazarlos, tantas ganas de pillarme un pedo con ellos (lo sé, somos una familia peculiar), que de tantas ganas que tenía, antes de encontrarnos ya había agotado las energías.No negaré que la llegada a tierras de reconquista fue apoteosica, sólo faltaba la banda de míusica, pero nada más tomar asiento en casa, que más que casa parecía el camarote de los hermanos Marx, junto a las risas empezaron los desplomes, os aseguro que peores que los de Wall Steet. Jueves fue maravilloso, viernes estuvo bien, sábado (reposadas las bienvenidas y con constante lluvia) los ánimos empezaban a estar calentitos y por la noche, menuda cena!!. Echo de menos mi casa, mi cama, el silencio, Helpppppppppppp!!!!!!!. Ni que decir tiene que el domingo tooodos estabamos otra vez la mar de contentos, que vacaciones más buenas hemos pasado, y el lunes por la mañana, haciendo gala de una llantera digna de Maria Magdalena empezaron las despedidas. Mientras volvía hacia Barcelona, iba pensando en las próximas vacaciones y como no, en volver a ver a la familia.
PD.: Family no me lo tengais en cuenta pero he acabado de vosotros hasta los pelos, os quiero.
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