martes, 18 de junio de 2013

LAS OLAS


"No hay nada permanente, no hay nada definitivo en este universo".


Te escuché trastear en la cocina, arrastrar los pies buscando con una paciencia infinita las gafas que perdí bajo los periódicos, después de verme protestar y levantar todos los almohadones que a mi paso iba encontrando. Y te oí tararear bajito, muy bajito, una melodía indescifrable que sólo tu conocías y que hasta anteayer me crujía los nervios. Pero eso fue ayer, porque hoy el silencio cae como una lluvia pesada, densa, que se arrastra por cada rincón de esta casa y  al caer me disuelve hasta convertirme en nada. Los sonidos del pasado se han impregnado en las paredes.

Me abrazo a lo poco que queda, como si un trozo de lana conservara el calor del que lo vistió, pero ya no huele a nada, solo a tristeza. 

De poco sirve imaginar que saliste de viaje. Sé que ya no habrá más lunes, ni martes, ni ningún otro día que dos timbrazos secos me vuelquen el corazón. Te fuiste sin querer. De nada sirvió imaginar mañanas, ni trazar palabras que forjaran a nuestro alrededor una muralla que nadie pudiera cruzar. De nada sirvió que te prometiera que sobre nuestros hombros descansaría el peso del mundo, de nada sirvió que te rieras de mis absurdas promesas.

He heredado una casa hueca, un jersey viejo y la promesa a una losa de que no demasiado tardar me retiraré al fresco de la noche para que puedas irte de verdad, porque tu sitio ya no está entre los vivos.


4 comentarios: