Tinc una teoria: si t’enamores sota la pluja, l’amor perdura més que no si fa bon temps.
Sergi Pàmies
Al sentarme note el plástico caliente.
Empecé a sufrir. Vestía un pantalón de algodón claro que sabía que iba a quedar
marcado por el rastro calamitoso del sudor. Mantener la compostura en verano no
es sencillo. Al levantarme, media hora después, supe que el desastre estaba
consumado, en el asiento el rastro de una cicatriz acuosa que lo cruzaba de
norte a sur dividiéndolo en dos hemisferios casi perfectos. A partir de ahí,
la maledicencia del propio subconsciente que te advierte de la necesidad de
ceder el paso a todo quisque ante de la evidencia del calor que sufren por
los cuartos traseros las mujeres con curvas.
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