Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Luis Cernuda
Quiero contarte algo que nunca has oído. No es nada nuevo.
Una historia pasada que vuelve hoy, un día trufado de rutinas y de palabras mudas. Solo es una
historia de amor, de amor casi pluscuamperfecto que recorrió centímetro
a centímetro mi piel, mis venas y mis neuronas hasta convertirlas en parte de
lo que soy. Había aplazado durante años
la decisión de tu existencia. Me envenené para frenar cualquier posibilidad
que significara que a partir de cualquier momento íbamos a ser multitud. Pero un día te descubrí en
blanco y negro, confundido entre dolores corrientes. Una imagen tan difusa, y tan significativa a la vez, que daba miedo. Tus ojos, que podrían ser los míos o
tal vez los de otro, o tal vez los de nadie más que los tuyos mismos. Por eso el día
que llegaste, mientras saludabas a la vida sobre mi vientre aun hinchado, busqué tus ojos. Asomarme en ti para
descubrirme a mí, que hasta entonces no habías sido más que el porcentaje fallido
de una química absoluta, excedía de una simple aventura. Pero ahí estabas, sin parecerte a nadie, desprendiendo vida a golpe de inspiraciones diminutas que crecieron hasta convertirse en el sonido imprescindible de la mía. ¿Puede algo, nacido de un traspié, transformarse en perfecto? La ciencia no
entiende de filosofías. Nunca supe qué pudo pasar para que la vida decidiera
apearte cuando aún no sabía atarte los cordones de las zapatillas. Pero debes saber que lo mío, contigo, fue una verdadera historia de amor. Un amor casi
perfecto, un amor de ojos negros y profundos que aun hoy, tanto tiempo después,
vagabundea mansamente entre mis venas sin perderse nunca.
Lo que nace del Kaos, es genial -digamos traspié, y eso-
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